MAdrid - Un final de etapa en el Tourmalet y el temible Angliru son los iconos de la 75ª edición de la Vuelta a España, presentada ayer en Madrid, la más internacional de su historia con etapas en cuatro países (Francia, Países Bajos, España y Portugal), con la montaña como protagonista y dos contrarreloj en 21 jornadas entre el 14 de agosto y el 6 de septiembre.

La ronda española, fiel a su sello de montaña y alicientes diarios que mantengan la emoción hasta el final, se lanzará por segunda vez en Países Bajos, en Utrecht, ciudad símbolo de la bicicleta por el ciclismo y por su uso en la vida cotidiana como medio de transporte. Después de la partida de Assen en 2009, la Vuelta regresa en 2020 a aquellas tierras para hacer vibrar sus carreteras. Serán tres etapas llanas, la primera una crono por equipos de 23,3 kilómetros, además en viernes, y no en el habitual sábado de partida.

La carrera entrará en España por Irun, la puerta de una ronda norteña que apuesta por un recorrido que incluye un menú para todos los gustos: 8 etapas llanas, 11 de media y alta montaña, una contrarreloj por equipos, una individual, 3 jornadas de descanso y un total de 42 puertos (7 de ellos como finales de etapa: Arrate (4ª), Laguna Negra (6ª), Tourmalet (9ª), Moncalvillo (11ª), La Farrapona (14ª), Angliru (15ª) y La Covatilla (20ª).

Mezcla de tradición e innovación, ya que la organización presenta esta edición las novedades de la cima riojana de Moncalvillo, Laguna Negra en Soria y el puerto más legendario del Tour, el Tourmalet, llamadas a entrar en el imaginario de la Vuelta y a ser un reclamo turístico por la belleza de sus entornos.

Como siempre, las claves estarán en una crono que terminará en el Mirador de Ézaro tras un repecho brutal de 2 kilómetros y en las etapas asturianas, con La Farrapona y Angliru de jueces con las piernas ya cargadas antes de entrar en la última semana de competición, en la que La Covatilla será el último escenario montañoso para los hombres de la general la víspera del desfile en Madrid.

“Una Vuelta especial, atrevida y divertida”, según Javier Guillén, director de la carrera, quien reitera la apuesta por los alicientes diarios que mantengan la emoción hasta el último kilómetro, como ha sido habitual en las últimas ediciones.

Tras el periplo de tres días por los Países Bajos, donde se conocerá el primer líder y se lucirán los velocistas, las etapas vasco-navarras aportarán los primeros puntos calientes para la general, con la llegada a Arrate y la media montaña con final en Lekunberri (19 de agosto) que darán paso al primer final en alto inédito, en la Laguna Negra (un día después y saliendo desde Lodosa), con los favoritos a la batalla en la sexta jornada.

Con un respiro en Aragón en la llanura de Ejea de los Caballeros concluirá la primera semana, que dará el testigo a la media montaña entre Huesca y Sabiñánigo y al coloso Tourmalet, etapa corta de 135 kilómetros que incluye además el Portalet y el Aubisque, una jornada Tour. Prosigue la semana en Álava con jornada rompepiernas entre Vitoria y Villanueva de Valdegovía, un día antes del ascenso al Alto de Moncalvillo, con 14,5 kilómetros de subida con el 5,5 % de pendiente y rampas del 17 %.

Llegará un respiro al llegar a Aguilar de Campoo y Suances, en tierras cántabras, con etapas para esprinters o aventureros. Y enseguida la hora de la verdad en Asturias con La Farrapona y el Angliru en dos jornadas que se antojan decisivas. Tras un descanso el 31 de agosto, cita con el reloj en el Mirador de Ézaro, en Dumbría (Galicia). Esperan 33,5 kilómetros aptos para los especialistas, pero con el matiz del ascenso final de 1,5 kilómetros con rampas del 14 %. Desde Orense, el pelotón pasará a Portugal en una etapa entre Mos y Matosinhos, junto a Oporto, propicia para los velocistas. Las dudas se van a disipar el último sábado en La Covatilla, última opción para los escaladores antes de la jornada final, la del 6 de septiembre en Madrid. - Efe