En el calentamiento anterior a la crono, a la sombra, donde la concentración tiende a maximizarse entre el rodillo y los cascos que aíslan al ciclista del entorno para enfocarse en lo que viene, que suele ser sufrimiento agonístico y postural, a Tadej Pogacar le da por bailar y moverse como un rapero. Al campeón esloveno, amante del trap y los ritmos que sacuden los cuerpos jóvenes, no le asustan los retos. Ajeno a la presión que a otros tanto pinza y encoge hasta hacerlos pequeños y en ocasiones evaporarlos.

Pogacar, dos veces ganador del Tour, se mueve al ritmo de la música como un muchacho despreocupado. Un dios pagano. Disfruta porque se lo pide el cuerpo. Posee el espíritu festivo, el modo de celebrar la vida con la rebeldía de los elegidos. El esloveno prodigioso convive de maravilla con su estatus. Comodísimo en su piel, alejado de la mística de los campeones de la solemnidad, de esos que convirtieron su reinado en un asunto elevadísimo, con cierto aire uraño.

Bromea Pogacar, que es un fenómeno extraordinario, pero sobre todo es un muchacho. El chico que baila, que ríe e imita a los raperos con los auriculares puestos enmascarado en unas gafas de sol enorme, muta cuando se sitúa en la rampa de salida. Le cambia el rictus sobre la bici al esloveno, que se conecta. Posee esa capacidad. El stand by es modo on a la hora de medirse al crono que marca las horas en la tercera jornada del el UAE Tour. El esloveno, que derrotó al covid semanas atrás, firmó la cuarta plaza de la contrarreloj, que agarró la tenaza de Stefan Bissegger, el suizo que funciona como un reloj. Exacto. El engranaje perfecto, sobresaliente.

DUMOULIN ASOMA

Bissegger completó una actuación estupenda. Solo de esa manera se pudo imponer al campeón del Mundo de la especialidad, Filippo Ganna. El triunfo concedió a Bissegger el liderato de la carrera. Marcó el suizo una media de 55,5 kilómetros hora para completar el recorrido, una planicie. En la primera mitad voló a 61 km/h. Una barbaridad. Vuelo rasante. Ganna, que precisa más espacio para desarrollar toda su potencia, acumuló siete segundos de retraso. A un palmo de los grandes especialistas se entrometió Tom Dumoulin, que parece que es el que fue, el ciclista campeón del Giro y el que logró la segunda plaza en el Tour de Francia de 2018.

El neerlandés remitió a ese corredor, inconcreto en las dos últimas campañas. Pogacar, cuarto, a 18 segundos del suizo volador, enfatizó lo que se supone, fiel al brillo de su estrella. “Ha sido un recorrido muy rápido con mucho viento de cola en la primera parte, y en la segunda mitad fue la potencia la que habló. Son los diez minutos más grandes que he hecho, así que estoy muy feliz. Fue un buen día”, dijo el esloveno. Vencedor de la pasada edición de la carrera saudí, Pogacar se situó en el extrarradio del podio a la espera de que el UAE Tour llegue a su punto álgido, a la montaña. Allí espera seguir bailando.