Pamplona - Un plantel bestial de mujeres deportistas se reunió el martes en el Ayuntamiento de Zizur bien presencialmente (allí acudieron la fondista Maitane Melero, la triatleta Nuria Rodríguez, la ciclista Leire Olaberria y la campeona de ciclocross Erkuden Almagro) o bien a través de la tecnología (hubo audios y vídeos de la piragüista Beatriz Manchón, de la exfutbolista Irene Polo; y de la y medallista paralímpica, Izaskun Osés). La cita, enmarcada en el curso de verano de la UPNA sobre Mujer y Deporte: Subvirtiendo desigualdades de género, que organizaron Lidón Soriano y Patricia Amigot, resultó una exposición tajante de las dificultades de ser mujer, deportista de alto rendimiento y madre en las mayorías de los casos, las exigencias para seguir recibiendo becas pese a tener las hormonas de la lactancia disparadas, las zancadas que hay que dar y de los tropezones que hay que levantarse hasta que una consigue que en su especialidad haya equiparación con los hombres, en premios, en recursos, en instalaciones, en horarios, en atención mediática, en visibilidad, en justicia. En estas historias de superación falta un verbo necesario: conciliar.

Izaskun Osés, atleta

La carrera de obstáculos

La medallista paralímpica Izaskun Osés recordó que desde niña su familia le inculcó la pasión por el deporte. Así, empezó con el taekwondo. “Fueron mis primeros pinitos en el alto rendimiento. Gané el Campeonato de España a los 16 años, acudí con la selección, ganamos títulos, pero a los 18 empecé Enfermería, porque es muy difícil vivir del deporte y siempre he compaginado el mundo laboral, y a los 21 me lesioné y dejé el taekwondo, un poco quemada de la competición. A los 24 me apunté con una compañera con la que trabajaba en la UCI al club Hiru Herri de atletismo. Empecé en carreras populares. No quería saber nada de la competición. Y a los 28 probé la pista, como mi pareja, que hacía velocidad. Me enganchó. Pero mi problema de visión de agravó (nunca ha visto más del 50%) y tuve que dejar de trabajar. Con todo eso se me planteó ir a Río y eso recondujo mi vida. Gané un bronce, me he puesto a hacer Fisioterapia, que la tengo parada por la maternidad, y estrené nueva vida. Tras ser madre, creo que a las deportistas se les exige volver a rendir y a competir demasiado pronto. Yo tengo suerte de estar en el plan ADO y de mantener la beca durante el embarazo, pero quedas a expensas de los resultados futuros. Entre el mes 6 y el 10 del postparto tienes que estar en condiciones. Eso exige que ya después del primer mes estés entrenando, te tengas que organizar con la lactancia, irte a correr con un cuerpo que está cambiando. Estamos penalizadas como mujeres y madres. Hay que reconocer que algo se ha evolucionado, pero sigue habiendo vacíos. Conciliar es una utopía. Hay que facilitar también el acompañamiento a las competiciones. No puedes separarte a los seis meses de tu hijo para ir fuera a competir y tampoco hay ayudas para que puedas ir acompañada. Ahí se debe todavía mejorar mucho para cambiar la situación”.

Amaia Osaba y Beatriz Manchón (Piragüismo)

Remar contracorriente

La piragüista pamplonesa Amaia Osaba, medallista en Mundiales y Europeos de larga distancia, y Beatriz Manchón, tricampeona del mundo y que compitió en cuatro Juegos Olímpicos, quisieron dejar su huella en la cita de Zizur a través de mensajes grabados. El audio de Osaba no se pudo escuchar por problemas técnicos, pero expuso lo siguiente para criticar la desigualdad que sufren las mujeres en su especialidad. “En piragüismo se compite en dos modalidades, el kayak, donde vas sentada en la piragua y remas con una pala con dos hojas; y en canoa, donde vas de rodillas y remas con una pala de una única hoja. Siendo así, es sorprendente que en los próximos Juegos de Tokio en 2020 sea la primera vez que las mujeres pueden competir en canoa. Antes de esto, había que escuchar que la posición en la que la mujer tenía que remar en canoa provocaba que su aparato reproductor se deformara e incluso que estéticamente era horrible de ver a una mujer remando en canoa. Luego, en las primeras competiciones que hubo de canoa femenina, se llegaban a quejar del nivel de las deportistas, de unas mujeres que ni siquiera habían podido entrenarse porque no podían competir en esa disciplina”. Manchón puso otro ejemplo de discriminación del que ha sido protagonista en el Descenso Internacional del Sella, donde se le impidió competir con Manuel Busto en K2 de hombres. Solo le dejaban competir en mixto, en puestos de salida muy retrasados. Manchón llegó hasta el CSD con su lucha. Este verano consiguió sin embargo remar con Busto en la Regata Internacional de Villaviciosa dentro de la primera categoría, la de sénior hombres. Quedaron quintos.

Irene Polo, fútbol

Penurias del deporte rey

Irene Polo, exfutbolista valenciana del Levante, dejó un testimonio esclarecedor: “Desde niña, aparte del esfuerzo de mi familia por llevarnos a todos sitios, siempre nos tuvimos que pagar todo: equipación, material, autobús, el uso de un campo. Creo que he conocido todos los campos de fútbol de Valencia porque hemos tenido que ir a entrenar de pueblo en pueblo. Entrenábamos a las 11 de la noche, llegaba a la 1 a casa y al día siguiente tenía que trabajar. O salíamos a las 3 de la mañana en autocar para jugar un partido y así nos ahorrábamos la noche de hotel y nos llevábamos bocadillos y tampoco gastábamos en comidas. Así transcurrió mi carrera hasta que llegué al Levante, un equipo pionero en fútbol femenino y el primero en el que recibí dinero. Al menos jugar a fútbol no me costaba dinero. Llegamos a la Champions y siempre me sorprendió no ver a nadie de la Casa Real en la final de la Copa de la Reina. En los viajes nos llevábamos apuntes para leer en el autocar, porque la mayoría pensábamos en tener otra salida. Luego llega el trabajo y la familia, lo que te merma de horas disponibles, y los embarazos, que restan forma y tiempo. Acabé como preparadora en el Levante y ahora se ha mejorado. Todos los clubes de Primera tienen su equipo femenino, salvo el Madrid. Pero seguimos siendo discriminadas. Hay que aspirar a que las futbolistas puedan al menos tener un trabajo digno, no a que ganen lo de los hombres, eso es una tomadura de pelo”.

Nuria Rodríguez, triatlón

Coste sin reconocimiento

La triatleta de 40 años Nuria Rodríguez, madre de dos hijas, expuso su vocación tardía por la especialidad. “En realidad empecé en el triatlón con 34 años, tras trabajar como monitora de natación. Comencé a competir y como obtuve buenos resultados, me motivé y seguí adelante. Lo inicié como un juego porque no pensaba llegar a un gran nivel. Y, al hacerlo, necesitas ayudas económicas. Al final no puedes costearlo, llega un momento en el que tienes responsabilidades, trabajo, familia, y si aparte del esfuerzo y la dedicación que supone mantenerte en un óptimo nivel, te lo tienes que pagar, no me lo podía permitir. He tenido pocas ayudas, apenas una beca Induráin de pequeño importe, y luego sí que agradezco lo que me han mimado en el Centro de Investigación y Medicina del Deporte (la ayuda de Javier Ibáñez). Lo que echo de menos es que hubiera más sensibilidad y reconocimiento, que se nos valore de igual manera. Se habla mucho de que necesitamos más visibilidad en los medios, pero al final lo cierto es que no la tenemos. Necesitamos ser protagonistas de eventos deportivos”.

Erkuden Almagro, ciclocross

Una vida a dos ruedas

Erkuden Almagro, especialista en ciclocross y todo lo que tenga que ver con la bici, explicó el origen de su pasión por las dos ruedas. “Como vivía en un pueblo siempre me desplazaba en bici. Mi madre organizaba además carreras. Y así me apunté al CC Ermitagaña para hacer ciclismo y, a su vez, lo combinaba en septiembre con el mountain bike y en invierno con el ciclocross. Luego dejé la elite de carretera. Fui la primera mujer en ganar un Campeonato de Euskadi de ciclocross. Pero el problema es que es el hermano invisible del ciclismo. Recuerdo que antes, las mujeres nos teníamos que conformar con correr con los chicos cadetes y nos acostumbramos a no tener ducha, ni clasificaciones propias, ni premios. Logramos hacer un movimiento fuerte con asociaciones feministas y al menos se inició la Copa de España de mujeres, pero a nivel de premios siempre me he quejado de desigualdad. Había una carrera en la que el primer juvenil ganaba 30.000 pesetas y yo ganaba en chicas y me daban 5.000 pesetas. Me decían: esto es lo que hay, poco menos que te quejabas por dinero. Y eso sigue ocurriendo ahora. La solución pasa porque haya ayudas de las instituciones, patrocinios, incentivos que no sean solo económicos, sino también de viajes, entrenamientos, nutrición...”.

Maitane Melero, atletismo

A los 35, como nunca

La atleta navarra Maitane Melero vive ahora -a los 35 años, habiendo sido madre de Ilai, y después de una carrera desplegándose en todo tipo de distancias de fondo y medio fondo-, el mejor momento de su carrera. Le ha costado sudor y sacrificio. Toneladas de superación personal que le llevaron el pasado agosto a disputar su primer Europeo. Presente en la charla de Zizur, allí destacó que lo peor de compaginar su trabajo como ingeniera en una empresa eólica, los entrenamientos, la competición y la maternidad es que “la conciliación no existe. No se dan pasos de ningún pese a que los políticos se les llena la boca hablando de ello”. A base de dedicación y la enorme afición por un deporte que le enganchó desde niña, supera el día a día. “Somos varias la mujeres que demostramos que la maternidad no es ni debe ser un impedimento o una penalización, ya que después de ser madre se pueden conseguir resultados muy buenos, incluso mejores que los anteriores”.

Leire Olaberria, ciclismo

Discriminación en la élite por ser madre

La ciclista Leire Olaberria, de 41 años, recordó un emocionante episodio en su carrera. En la primera carrera en la que compitió tras ser madre, a los 4 meses, obtuvo el bronce. Al llegar a meta observó que su hijo estaba llorando. Ni celebró la medalla. Se quitó el maillot y le dio el pecho sin apenas resuello. Luego, al subir al podio, un técnico le pasó al bebé y el público le rindió una gran ovación. Olaberria, medallista en Pekín 2008, denunció a la Federación Española de Ciclismo por sentirse discriminada tras tener a su hijo. Olaberria, que fue madre en 2016, solicitó al seleccionador que le diera facilidades para poder acudir a una concentración mientras amamantaba a su hijo y la Federación le respondió que ella debía costearse los gastos del vuelo y la estancia del bebé y de una persona de apoyo, condiciones que la ciclista aceptó.