PAMPLONA - Atiende al GRUPO NOTICIAS la misma semana en la que el Fondo Monetario Internacional ha hecho saltar las alarmas por el deterioro de la economía mundial y en la que Estados Unidos y China han firmado una tregua en su guerra comercial. Responsable de Estudios de Laboral Kutxa y profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Deusto, Joseba Madariaga admite que es complicado saber qué va a pasar a corto plazo debido a cuestiones tan espinosas como el brexit o el enfrentamiento entre Pekín y Washington. El daño ya está hecho, porque se ha roto el “crecimiento sincronizado” de todas las economías mundiales, pero Madariaga sostiene que el camino no lleva irremediablemente a una recesión.

Existe una gran incertidumbre en el terreno económico y, sin embargo, el Consejo Vasco de Finanzas pronostica que la recaudación seguirá batiendo récords.

-A estas alturas de la película nadie sabe si vamos hacia un escenario de recesión. Si alguien pronostica ahora que vamos seguro hacia la recesión, será porque está apostando por eso, pero no porque tenga certeza absoluta. Lo único que sí es cierto es que estamos en un escenario de desaceleración global. Esto está pasando porque hay una serie de factores de carácter geopolítico que están influyendo de forma negativa en la economía. Y a nivel global el factor seguramente más importante es la guerra comercial entre China y Estados Unidos, que sorprendentemente está afectando mucho más al resto de países que a ellos dos en cuanto a crecimiento. Pero sí que es verdad que desde hace exactamente un año ese es el elemento sobre el que de alguna forma se está gestando esta desaceleración que estamos viviendo.

¿Es un alivio que la desaceleración se centre en la industria?

-La desaceleración obviamente está más centrada en el sector industrial, el más exportador, porque la guerra comercial está influyendo en el movimiento de bienes y servicios entre países. La desaceleración se nota clarísimamente en el sector manufacturero. Ocurre que, al margen del incremento de los costes por los aranceles, el principal problema es el entorno de incertidumbre que se ha abierto para las empresas. Las reglas de comercio con las que hemos jugado los últimos lustros están cambiando y ante una situación tan cambiante los planes de inversión se paralizan a la espera de cómo acaba todo. Y el problema de la paralización de los planes de inversión es que también afecta al empleo claramente y ese frenazo del empleo, lógicamente, acaba afectando al consumo.

¿Se contagiarán otros sectores?

-Hasta hace poco el sector servicios se mantenía relativamente fuerte y la fortaleza del sector terciario daba cuerpo a que el empleo también estuviese fuerte y que de alguna forma la demanda interna de la economía, el consumo, fuera el elemento clave que traccionaba del PIB. El sector servicios compensaba el parón en la industria.

¿Avanzamos entonces hacia una recesión?

-El sector servicios siempre va un poquito por detrás del industrial. Al final le terminará llegando la desaceleración, de hecho ya se puede apreciar que, suavemente, van disminuyendo las tasas de crecimiento del sector e incluso las tasas de crecimiento del empleo. Pero con todo, con las cifras que hay en estos momentos, decir que de aquí vamos directos a la recesión es mucho decir. No digo que ese no sea un escenario probable, obviamente lo es porque llevamos muchos años de crecimiento y lógicamente no se puede seguir creciendo indefinidamente. Sin embargo, todavía podría perfectamente suceder que el crecimiento virase y se siguiera creciendo a menor ritmo. Para eso necesitas que China y Estados Unidos lleguen a un acuerdo, algo que aclare un poco el panorama. También es verdad que en Europa tenemos nuestro problema particular, el tema del brexit, entonces necesitaríamos que la desconexión de Reino Unido fuera medianamente ordenada.

Estados Unidos y China acaban de llegar a una especie de tregua.

-Es una buena noticia, pero en estos momentos no es posible asegurar que estemos en la antesala de un acuerdo, porque la forma de negociar de Donald Trump lleva a la economía a una montaña rusa.

Son contendientes muy complejos.

-Es muy difícil de leer a los chinos y los estadounidenses son muy suyos, con lo que es muy complicado predecir qué va a pasar. No soy capaz de predecir si esto lo van a llevar a buen puerto. La verdad es que lo de Donald Trump es sorprendente, porque lanza una bomba por Twitter y dos días después anuncia que retrasa la subida de aranceles prevista para la semana que viene porque está conversando. Es un hombre que lanza un impacto negativo y lo atenúa en la siguiente reunión. No sé si es una estrategia o una forma de ser, y por eso se me escapa si van a ser capaces de llegar a buen puerto. Lo que sí es cierto es que en año y medio han deteriorado la economía global. En 2017 el mundo en general estaba creciendo y eso era un escenario maravilloso para todos, porque cuando hay crecimiento sincronizado es cuando se genera inversión y empleo. Ese mundo maravilloso ya lo han roto, lo que hay que ver ahora es cuántos pelos nos vamos a dejar en la gatera. Ver si llegan a algún tipo de acuerdo y si despejan un poco el panorama de la industria.

Comentaba antes que China y EEUU estaban notando menos el impacto de su guerra comercial, ¿será más fácil que lleguen a un acuerdo cuando empiecen a notar los efectos?

-Académicamente es un fenómeno investigado y es evidente que introducir aranceles, perjudicar al comercio exterior, es un elemento negativo para los países. No hay duda acerca de eso. Los chinos ya están aplicando política fiscal y monetaria, o sea que ellos ya se han dado cuenta de que está afectando a su economía. Y en Estados Unidos aplicaron el año pasado una política fiscal expansiva y en estos momentos no tienen capacidad para hacerlo, pero la Reserva Federal está bajando tipos. De alguna manera, aunque siguen creciendo y sus cifras no tienen nada que ver con las cifras del resto de países, y me olvido de Euskadi o España, que están creciendo a un ritmo razonable, algo están empezando a notar.

La economía, las empresas, los mercados en general descuentan en ocasiones el efecto de situaciones negativas, ¿se está anticipando ya en parte un ‘brexit’ duro o el impacto será total?

-El impacto de un brexit abrupto va a ser muy fuerte, profundo e inmediato. El principal problema es que si el Reino Unido pasa a ser un tercer país con respecto a la Unión Europea, automáticamente caemos bajo las reglas de la Organización Mundial del Comercio. En principio, en Europa habría cierta simetría, porque ya tiene definidas unas reglas sobre cómo se comporta con terceros países; pero el Reino Unido, como ha estado dentro de Europa, nos las tiene y por tanto tiene que definir esas reglas, sistemas de aranceles, de control, etc. El gran problema del brexit duro es que habría un periodo de tiempo en el que habría un shock muy importante en lo relativo al movimiento de mercancías hacia un lado y hacia otro. El comercio del Reino Unido en términos de PIB hacia Europa es muy importante. El problema fundamental lo van a tener ellos, pero también nosotros porque va a haber una ralentización del comercio enorme. Y en todas las cadenas globales de producción va a haber partes que pasan por Reino Unido y quedarán afectadas.

Hay más problemas, Europa aguanta la respiración ante la expectativa de que Alemania caiga en recesión.

-Alemania es un caso curioso. La producción de automóviles ha caído una barbaridad y curiosamente esa caída no se justifica por la caída de demanda, que es menos pronunciada. El año pasado nos parecía que era por el cambio del régimen de emisiones y pensábamos que cuando lo que estaba causando los problemas en el sector se superase iba a repuntar la automoción y la industria alemana. La verdad es que no lo ha hecho y tenemos el temor de lo que pase en el tercer trimestre de este año. Si el dato de PIB vuelve a ser negativo, Alemania entraría en recesión.

¿Cómo afectaría a Navarra y la CAV?

-El hecho de que la economía alemana esté en una situación de recesión o cercana a la recesión no es buena noticia para toda Europa. Alemania es casi el 30% del PIB europeo y es verdad que para nosotros Alemania y Francia son nuestros principales socios comerciales y no sería una buena noticia que Alemania entrase en recesión. Sin embargo, por ver el lado positivo, yo diría que Alemania tiene fortaleza en su mercado laboral y que es uno de los pocos países que tiene capacidad para hacer política fiscal expansiva. Tiene capacidad de luchar contra un problema como una recesión si detecta los motivos que la generan. No se trata de gastar dinero a lo tonto, sino de atajar las causas.