Hace ya décadas que se acuñó aquello de "si VW estornuda tiembla toda Navarra". Una frase afortunada que explica el impacto de una única fábrica, un solo polígono y un sector económico en el devenir de la comunidad. Uno de cada tres euros exportados desde Navarra pòrta el logo de la marca alemana. Tener la factoría es una fortaleza; depender en exceso de ella, una debilidad.

Volkswagen Navarra no se encuentra hoy resfriada. Sus modelos gozan de buena salud en el mercado y sus números reflejan por sí mismos la productividad de una plantilla que se ha adecuado a los requerimientos de la multinacional convenio tras convenio a cambio de una promesa de estabilidad y empleo. Pero en el horizonte se dibujan cambios que afectan a todo el sector, que abandonará por primera vez en más de un siglo de vida los motores de combustión y los irá sustituyendo por baterías eléctricas. No es una transformación menor: un coche eléctrico requiere de un 30% menos de piezas y horas de trabajo para llegar al concesionario. Y se prevé además que, una vez en la carretera, deba acudir mucho menos al taller.

En el sector hay miedo por el empleo.

Por el que ya existe, pero, sobre todo, por el que se dejará de crear.

Hoy en Volkswagen Navarra trabajan unas 4.800 personas. Y todo el sector del auto emplea a unas 12.000. Solo la industria agroalimentaria, con sueldos muy inferiores, eso sí, da más trabajo.

¿Qué sabemos del coche eléctrico y de Navarra? Unas cuantas cosas. Por ejemplo, la fecha probable de su llegada. Unas semanas antes de ser destituido, y en un acto organizado precisamente por UGT, Emilio Sáenz Grijalba, entonces presidente de VW Navarra, anunció que se trabajaba para ser una fábrica mixta eléctrica y de gasolina a finales de 2025 o comienzos de 2026. Es decir, según estas previsiones, Navarra se electrificaría al mismo tiempo que Martorell y antes que Palmela en Portugal.

Un coche de la marca VW

También se han despejado otras cuestiones. Esta misma semana, el CEO de la marca VW señaló que "muy probablemente" los eléctricos pequeños del grupo se hagan en España. Es decir, en Seat-Martorell o en Volkswagen Navarra. Y el mismo día el presidente de Seat confirmaba a Expansión que la factoría barcelonesa fabricará modelos eléctricos de Skoda y Cupra. No citaba en cambio a Volkswagen, como sí había hecho en ocasiones anteriores y destacaba además que los coches de Cupra, la marca llamada a sustituir a Seat, serán "de más valor". Por tanto, el eléctrico de VW, a falta de confirmación oficial y sin conocerse tampoco cuál sería, se ensamblaría en Landaben.

Esto sería, por tanto, una magnífica noticia.

No está claro, sin embargo, qué sucederá hasta entonces ni a partir de ese momento. "Se podría decir que estamos ante un periodo de transición", explica UGT en un comunicado a sus afiliados. De momento, VW trabaja en el día a día para asegurar los suministros, que mermarán de modo relevante la producción de este año, hasta quedar en unos 252.000 coches. Para 2022, si se va solventando la falta de semiconductores, la fábrica, ya con tres modelos en producción, estaría en condiciones de montar más de 300.000 coches.

Y a partir de ahí se abre una incógnita. El grupo maneja diferentes previsiones y contempla un bienio (2023 y 2024) con bajas previsiones de fabricación en Navarra, en torno a 230.000 o 240.000 coches. ¿Por qué? No lo han aclarado. Por un lado, la incertidumbre respecto al cambio en la movilidad está retrayendo a algunos compradores, que dudan entre adquirir un coche eléctrico o uno de gasolina; junto a ello, la propia transición impone sus ritmos y obligará a ir reduciendo de modo paulatino las producciones de motorizaciones convencionales. Y, además de todo ello, adaptar la planta a la producción de coches eléctricos va a exigir obras en la línea de montaje, que debería desdoblarse en alguno de sus tramos. Esto también podría limitar la capacidad productiva de la planta durante un tiempo. Lo saben en Alemania, donde también conocen las inversiones necesarias para la electrificación parcial de la planta: unos 250 millones de euros.

Esta caída en la producción, que coincidirá con la negociación de un nuevo convenio para la fábrica, detalle nunca desdeñable, obligará a tomar algunas medidas. "Pero se puede solventar con flexibilidad o con medidas similares a las de este año", explica Eugenio Duque, responsable de la sección sindical de CCOO. "Habrá que ser imaginativos", señalan desde UGT.

En el Gobierno de Navarra hay tranquilidad. En el corto y en el medio plazo. De hecho, un destacado miembro del consejo de supervisión del grupo ha negado hoy mismo al Ejecutivo foral que se esté planteando un recorte del empleo fijo. Volkswagen Navarra es una fábrica rentable. Y el grupo Volkswagen Navarra, recuerda otro sindicalista, "no deja morir plantas". "A Bruselas la castigaron un tiempo porque habían apretado mucho en los convenios, aquí llevamos años dándoles lo que nos han pedido a cambio de producciones y empleo".

VW Navarra es, además, una fábrica rentable y muy productiva.

A partir de 2025 las opciones están abiertas. En las gráficas de planificación, la planta recuperaría producciones de forma progresiva, con el objetivo de alcanzar unos 300.000 coches ya eléctricos en 2030. Con ello se garantizarían volúmenes de empleo relevantes, teniendo en cuenta además que de aquí a 2030 se podrían jubilar en VW Navarra casi 2.000 trabajadores. Un 40% del total.

El hecho de que VW mire ahora a sus tres plantas peninsulares casi como un conjunto -VW Navarra forma parte de la estructura empresarial de SEAT desde hace años- abre también otras dudas. Las expresa UGT en un comunicado a los trabajadores. "Los datos de los que disponemos no dejan clara nuestra posición respecto a marca, modelo y nuestra propia identidad. Eso nos impide valorar cuestiones como la empleabilidad (capacidad de seguir generando empleo), que no el empleo". Es decir, ¿habrá producciones para sustituir a los cientos o miles de trabajadores que se vayan jubilando?

Emilio Sáenz, presidente de la fábrica hasta junio de este año

Pero hay otros elementos en la ecuación actual. Por un lado, la salida de Emilio Sáenz, traumática, inesperada y vinculada según distintas fuentes al incumplimientos de los códigos internos de la compañía, ha dejado asimismo un sentimiento de orfandad en buena parte de los cuadros directivos. Algunos temían por su propio puesto de trabajo, a la vista de lo sucedido también con el responsable de Seguridad, también despedido, y otros simplemente creen que la salida de un directivo como Sáenz, con el que VW Navarra ha vivido sus años de mayor éxito, ha supuesto una muy mala noticia para la planta y su futuro. Landaben, entienden, queda debilitada frente a Barcelona.

UGT y su batalla contra el Gobierno del PSN

Y, junto a ello, el papel de UGT dentro y fuera de la fábrica también está causando cierta sorpresa en el comité y en la propia dirección de la fábrica. El sindicato, en caída libre en representatividad en los últimos 15 años en Navarra y sobrepasado por CCOO, tiene en VW uno de sus últimos reductos de poder real en la comunidad. Y parece haber escogido la fábrica como escenario de su propia batalla contra el Gobierno de Navarra, cuya composición no es precisamente de su agrado. Tanto Jesús Santos, secretario general, como Lorenzo Ríos, responsable de la Federación de Industria, miembro de la plantilla de VW Navarra y hombre fuerte del sindicato, han apostado históricamente por el entendimiento entre UPN y PSN.

Por su parte, Alfredo Morales, presidente del comité de empresa y secretario general de UGT en Navarra, no ha escondido su desacuerdo con María Chivite en diferentes asuntos, como la ubicación de la planta de ensamblaje de baterías. Mientras que el Gobierno apuesta por instalarla en Tafalla, Morales defiende que se ubique junto a la fábrica, una manera de compensar, en parte, la progresiva desaparición del taller de motores. Comité y Gobierno de Navarra tienen una cita convocada para el lunes.