No es uno de los motores económicos más poderosos, pero desde hace tres o cuatro años sí se ha convertido en uno de los más constantes. La construcción ha seguido creando empleo durante la pandemia, impulsada por la obra nueva, y en 2022 ha incorporado nuevo brío. La licitación de obra pública se ha duplicado durante el primer trimestre del año en Navarra: 108 millones de euros frente a los 53 del anterior ejecución.

La cifra llega además tras un 2021 que dejó el volumen de licitaciones más alto de la última década y anticipa -si se confirman las adjudicaciones y no se paralizan como ya ha comenzado a suceder debido al alza de los precios- un periodo de notable actividad. Según los datos del Ministerio de Fomento, las administraciones públicas licitaron en Navarra 383 millones de euros, frente a los 153 de 2020 y los 224 de 2019.

Las cifras actuales apenas alcanzan el 50% de lo que se licitaba en 2009, cuando la respuesta inicial a la crisis de 2008 fue activar el gasto público. Pero refleja el momento actual del sector en Navarra, con actuaciones importantes en marcha: desde la ampliación de la N-121A al Tren de Alta Velocidad y con otras ejecuciones importantes previstas también a corto o medio plazo, como la segunda fase del Canal de Navarra.

La inversión pública se suma así a la inversión privada en construcción, bastante activa desde 2016 y que en 2021 se tradujo en las mejores cifras de vivienda iniciada desde 2011. Con los precios de compra al alza, el precio del alquiler en máximos y nuevos desarrollos ya en el horizonte -Etxabakoitz supondrá la construcción por fases de unas 11.000 viviendas durante esta década-, el sector está consolidando unos niveles de actividad de nuevo destacados

Asimismo, los visados autorizados de obra nueva para uso residencial en 2021 alcanzaron las 3.242 unidades en Navarra, lo que representa un incremento del 92,9% respecto a los visados autorizados en 2020, un 29,5% menos que en 2019. Si tenemos en cuenta los visados de Ampliación (28), de Reforma (349), la cifra total de visados alcanza los 3.619 (+80,7 % respecto a 2020 y +24,8 % al 2019).

Más empleo, pero lejos de máximos

Todo ello se traduce en un crecimiento lento pero continuo del empleo. El mes pasado terminó con 17.907 afiliados a la Seguridad Social, un 2,8% más que el año anterior. El crecimiento, superior al de la industria pero inferior al que experimentan los servicios, se ha ralentizado levemente en los últimos meses. Pero supone que, a día de hoy, hay unas 500 personas más en los tajos que el año pasado. Son al mismo tiempo unas 1.000 más que antes de la pandemia y 3.000 más que tras la pasada crisis, cuando el sector toco mínimos.

La profundidad de aquella crisis expulsó a más de 15.000 personas de una actividad desbocada. Su duración hizo que muchos optaran por otros caminos profesionales.Y, a la vuelta de la última década, las empresas se encuentran con verdadaderas dificultades para encontrar personal formado en una comunidad con más de 33.000 personas desempleadas.

La escasez de mano de obra, que amenaza con frenar el ritmo de crecimiento del sector, se deja sentir además en los costes laborales, que en 2021 subieron con fuerza -en torno a un 6%, su mayor alza desde el boom del ladrillo- y dejaron el salario bruto ordinario medio en 1.916 euros, 108 más que el año anterior. Este incremento recoge además solo parcialmente el impacto de la inflación, que se acusará todavía en mayor medida en los sueldos de 2022.

El incremento en los salarios es solo uno de los factores que está impulsando los costes de las empresas, que han soportado un alza en los precios de los materiales superior en muchos casos al 20%.

A corto plazo, el sector trata de buscar personal y está impulsando la formación específica de los jóvenes,. Para el medio, la industrialización de los procesos productivos, con un nuevo centro nacional en Pamplona, debe ayudar a reducir costes y tiempos de ejución, así como a favorecer la incorporación de mujeres en el más masculinizado de los sectores. Casi el 90% de los ocupados son hombres.