El Banco Central Europeo (BCE) llevaba meses lanzando avisos y el jueves confirmó sus intenciones. Y lo hizo rebasando todas las expectativas. Cuando todos los analistas esperaban un anuncio por parte del BCE de un incremento de los tipos de interés en un 0,25%, el organismo que rige la política monetaria de los países de la Eurozona se descolgó con una subida del 0,50%. Una señal de que el BCE quiere atajar el problema de la inflación antes de que se les vaya de las manos a los países. Una medida con repercusión para todos los agentes económicos:gobiernos, empresas, bancos y, por supuesto, la ciudadanía. En líneas generales, el resumen es diáfano: el repunte del precio del dinero es una mala noticia para quienes tienen intención de pedir un crédito y una novedad positiva para aquellas personas que tengan contratados productos de ahorro, como depósitos a plazo fijo y cuentas remuneradas.

La actual es la primera subida de tipos desde 2011 y pone fin a la época del dinero al 0%. El objetivo del BCE es claro. La inflación se ha desbocado -8,6% en la Eurozona en el mes de junio sin previsión de que afloje a final de mes- y amenaza con bloquear la recuperación iniciada tras la pandemia. En la historia económica, uno de los orígenes básicos de la inflación viene motivado por el exceso de demanda, recuerda Mercedes Vallejo, profesora del Departamento de Economía Aplicada de la UPV/EHU y una de las autoras del Ekonometro, la encuesta semestral que el Colegio Vasco de Economistas realiza a sus asociados. “Este aumento de la inflación viene por factores exógenos, como la subida de los precios de la energía por la guerra en Ucrania”, indica. Es por ello que se muestra escéptica en la posibilidad de que la medida contribuya a aliviar la inflación. 

Pacto de rentas

Por contra, Vallejo considera que un pacto de rentas, basado en la moderación de los beneficios de las empresas y los salarios de los trabajadores, podría ayudar mejor a lucha contra los efectos de la inflación. Son cada vez más los expertos, entre ellos el gobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, los que defienden que cualquier iniciativa monetaria debe estar acompañada por acuerdos de este tipo en el diálogo social para combatir la llamada inflación de segunda ronda, esa que se espera, en mayor o menor medida, después del verano. Este período estival está marcado por la recuperación del consumo familiar en conceptos como el turismo después de que las restricciones por el covid hayan quedado atrás. Pero, como advierte Antonio Gallardo, jefe de estudios de Asufin (Asociación de Usuarios Financieros), este verano va a ser un “pequeño espejismo”, puesto que a la vuelta de las vacaciones se espera una contracción del consumo y un empeoramiento de la situación general. “La vuelta del verano va a ser dura”, corrobora la profesora Mercedes Vallejo, que alerta del riesgo de que un freno a la demanda conduzca a una desaceleración aún mayor. De hecho, en su última actualización de previsiones, Funcas (Fundación de Cajas de Ahorros) avisa de que la “pérdida de capacidad de compra de los consumidores” va a provocar una “fuerte” ralentización.

De todas maneras, asumida la irreversibilidad de la decisión del BCE, ahora queda confiar en que se produzca el deseado efecto equilibrador de la subida de tipos de interés. Una fina línea en la que es necesario acertar, porque, como explica Antonio Gallardo, “si el BCE sube mucho los tipos puede causar una recesión, pero si los incrementa poco puede tener consecuencias nulas sobre la inflación”. En el plano macroeconómico, el de los grandes números, la medida coge a la economía española a medio camino, ya que aún no ha terminado de asentar su recuperación y “afectará a las exportaciones y el consumo”, dos de los pilares del crecimiento en lo que va de 2022, apunta el jefe de estudios de Asufin. Las primas de riesgo de países con elevada deuda pública, como España e Italia, también se van a ver afectadas, puesto que tendrán pagar más por su financiación y acceso a los mercados exteriores.

¿Y a nivel doméstico? “Si necesitamos endeudarnos o tenemos una hipoteca nos subirán los costes y dispondremos de menos dinero para gastar en otros aspectos”, indica la profesora de la UPV/EHU. “Si tenemos contratados productos de ahorro, puede que los bancos, que ahora están pagando ahora poco por los depósitos, nos paguen más por ellos. En general, las personas que no tengan deudas verán mejorar sus condiciones”, añade. Y al revés, quienes necesiten firmar créditos o préstamos para cualquier fin verán no solo más dificultades para acceder a ellos, sino también para devolverlos. En lo que se refiere a la cesta de la compra también se notará el impacto, indica Antonio Gallardo, que prevé que las familias recorten gastos en los mismos aspectos que cuando se produjo el golpe de la pandemia;ocio, entretenimiento y turismo. “La inflación sube muy rápido, pero tarda mucho en bajar”, lanza como recordatorio final el responsable de estudios de Asufin.