Los combustibles nucleares se utilizan en centrales para producir energía eléctrica. Con el proceso de fusión de los núcleos del plutonio o del uranio se obtiene una gran cantidad de calor que se utiliza para calentar agua y producir vapor, que se turbina para generar energía eléctrica. Es una fuente muy intensiva desde un punto de vista energético, por lo que puede aportar una gran cantidad de energía en un espacio relativamente compacto, y sin emisiones causantes del efecto invernadero. Sin embargo, los residuos radioactivos que se producen están activos durante años y deben ser sellados para su almacenamiento.

Las fuentes de energía no renovables más demandadas en el mundo son el petróleo y el gas natural: los hidrocarburos, llamados así por su composición molecular de hidrógeno y carbono. Se formaron hace millones de años a partir de restos de plantas y animales muertos, y se encuentran alojados en profundidad, en el subsuelo terrestre. Su uso está documentado en la China del siglo IV a.C., aunque su explotación comercial, como hoy la conocemos, empezó en el s. XIX.

Esta energía que se encuentra en la naturaleza en distintas cantidades. A pesar de su procedencia natural, las emisiones que provocan su utilización, especialmente las referentes a la combustión de los derivados del petróleo, hace que no sean consideradas fuentes energéticas limpias.

Los combustibles fósiles y sus derivados son las principales fuentes energéticas tanto para mover vehículos, como para calefacción y la producción de energía eléctrica. Sin embargo, su combustión produce problemas medioambientales, y el principal es la emisión de gases de efecto invernadero (CO2), aunque también la emisión de azufre y óxidos de nitrógeno, de gran capacidad contaminante. Según los expertos, al ritmo de consumo actual el petróleo se agotará en 40-50 años, el gas en 60-80 años, el carbón en 200 años, y el uranio, que es un combustible mineral, lo hará en 130 años.

El elemento universal

El gas hidrógeno puede ser una de las alternativas más atractivas por su versatilidad y sus potenciales interacciones con el gas natural y la electricidad. El hidrógeno es el elemento más simple y más abundante del universo. En la Tierra aparece principalmente unido a otros elementos, como el agua o los compuestos orgánicos, incluyendo los hidrocarburos. En condiciones normales es inflamable, incoloro, inodoro y mucho más ligero que el aire.

El gas hidrógeno no se considera una fuente de energía, sino un vector energético que puede usarse para almacenar, transportar y transformar energía. La generalización de su uso se visualiza en un escenario de producción masiva de energía eléctrica renovable en el que, debido al desfase entre producción y consumo, se haría necesario el almacenamiento de los excedentes de energía eléctrica. Esto facilitaría su almacenamiento estacional y, además, su transporte a los lugares de consumo.

El consumo energético

Navarra: Los derivados petrolíferos, el gas natural y la electricidad engloban casi el 90% del total del consumo.

  • Petróleo y derivados: 40%
  • Gas natural: 27%
  • Electricidad: 22%
  • Otros: 7%
  • Biomasa: 5%

Euskadi: La mayor parte del consumo es petróleo y derivados también.

  • Petróleo y derivados: 44%
  • Gas natural: 33,9%
  • Electricidad: 11,7%
  • Energías renovables: 9,8%