La huella de Pedro Calderón de la Barca, una de las figuras más reconocibles del periodo conocido como el Siglo de Oro de las letras y las artes, aún perdura. Dos noticias relacionadas con el gran dramaturgo madrileño se han solapado en los últimos años. Una tiene que ver con sus restos físicos, que un grupo de investigadores busca con ahínco desde diciembre de 2020 tras su desaparición de la parroquia de Nuestra Señora de Dolores de Madrid durante la Guerra Civil. Un hueso de una mano de Calderón de la Barca se conserva en el Museu de les Arts Escèniques del Institut del Teatre de Barcelona y se antoja primordial en la futura identificación de los restos.

La segunda noticia es relativa al patrimonio familiar de los Calderón de la Barca. Hace poco se puso a la venta una de las propiedades del insigne apellido en Cantabria, una casa solariega localizada en el municipio de San Vicente de Toranzo y que actualmente pertenece a la ONG Manos Unidas. El inmueble, catalogado como Bien de Interés Cultural en los años 90, está tasado en un precio de 230.000 euros sin que se le haya encontrado comprador. El recorrido de Calderón de la Barca no se limita al tiempo que le tocó vivir y, como se aprecia, su aportación va de lo cultural a lo patrimonial.  

Calderón de la Barca.

Calderón de la Barca.

Su magnífica obra teatral despuntó rápidamente en la primera mitad del siglo XVIII. En una época dominada por los corrales madrileños de Lope de Vega, Calderón de la Barca sorteó etiquetas y escribió lo que quiso. Dio a conocer comedias cortesanas (‘Amor, honor y poder’), su primer éxito datado en 1623; comedias de enredo y capa y espada (‘La dama duende’, ‘Casa con dos puertas’); dramas (‘El sitio de Bredá’) y tragedias (‘El príncipe constante’); además de retratar a personajes exaltados como ‘Luis Pérez el Gallego’ y ‘La devoción de la cruz’.

Una de sus obras de teatro más famosas, ‘La Vida es sueño’, se estrenó en 1635. A través de las preguntas filosóficas del príncipe Segismundo, encerrado por su padre, el rey Basilio de Polonia, vamos conociendo algunos de los temas que marcaron su época: el libre albedrío y la predestinación, así como la dualidad entre la realidad y el sueño. Sus versos, pese haber sido escritos hace casi 400 años, no han perdido vigencia: “Yo sueño que estoy aquí, / destas prisiones cargado; y soñé que en otro estado más lisonjero me vi /. ¿Qué es la vida? Un frenesí. / ¿Qué es la vida? Una ilusión, / una sombra, una ficción, / y el mayor bien es pequeño; / que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son”.

EL IMPETUOSO ALCALDE


Todos los años, la obra maestra de Calderón de la Barca se representa en la segunda quincena de agosto en el escenario real en el que tuvieron lugar los hechos que relata la obra: Zalamea de la Serena, un pequeño pueblo de unos 3.500 habitantes situado en el corazón de la comarca de La Serena, en Badajoz. La primera función de ‘El alcalde de Zalamea’ se celebró el 12 de mayo de 1636 y 15 años después, en 1651, se conoció como ‘El garrote más bien dado’. 


La trama entronca con un célebre suceso histórico: la invasión militar de Felipe II sobre Portugal en 1580 y que terminaría con la anexión de España a Portugal durante los próximos 60 años (1580-1640). En los años 80 del siglo XX fueron muy aplaudidas las representaciones a cargo de Fernando Fernán-Gómez. La obra teatral de Zalamea de la Serena se declaró en 2018 Punto de Interés Turístico Nacional y partici


Calderón fue un todoterreno en una época floreciente en lo artístico y convulsa en lo político, que tuvo tres reinados distintos (el de Felipe III, el de Felipe IV y el de Carlos II) y en la que se libró la decisiva Guerra de los Treinta Años (1618-1648) que marcó el devenir de Europa. “Pero sobre todo”, apuntan desde la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, “revela al humanista tardío y al enciclopédico preilustrado que alcanzó a conocer aún el lejano magisterio de Cervantes, que convivió con Velázquez (convirtiendo muchas veces en teatro lo que éste retrató) y que fue contemporáneo, entre otros, de Góngora, Quevedo, Gracián, Kepler, Monteverdi, Hobbes, Pascal, Descartes, Espinoza, Hobbes y Locke”.  

Ha sido comparado con los clásicos (Sófocles, Eurípides) y, por supuesto, con William Shaskespeare, añaden desde la Biblioteca, por “las grietas de humana debilidad que supo mostrar del poder”, representando de este modo “la cumbre de las artes escénicas de un periodo irrepetible”. Desde 1881 una estatua en su honor preside la céntrica plaza Santa Ana de Madrid, justo enfrente del Teatro Español, antiguo Corral del Príncipe.