Si la decisión la tuvieran que tomar los opinateros de la prensa de orden, no habría la menor duda: el pacto PP-Vox se sellaría a la voz de ya pero ya. Y les va el primer ejemplo, con la firma de Agustín Pery en ABC: "Castilla y León es la oportunidad de PP y Vox de entrenarse, testarse en el mejor banco de pruebas de cara a los que hasta los más fieles empiezan a vislumbrar: dos cabalgan juntos. Sí, vale, la izquierda mediática y bullanguera nos dará la turra con que Vox es el fascismo, luce botas de media caña y desfila brazo en alto en la intimidad. Nada que no hubieran cacareado ya". La pieza se titula "Toca ayusarse".

El editorialista del vetusto no llega a propugnar directamente la santa alianza, pero sí muestra la patita volcando el bote de blanqueador sobre los abascálidos: "Esa inclinación por la corrección política del moderantismo buenista y esa obsesión por no ser tildados de ultraderecha, un mantra con el que la izquierda ha tenido logros desde el sectarismo ideológico y la manipulación de la historia. PP y Vox, unidos o por separado, son partidos infinitamente más legitimados para la representación popular que Bildu, o incluso ERC y Podemos. Y en cambio, a terroristas y golpistas se les dignifica sin rubor desde la izquierda y no ocurre nada. Sánchez es un maestro del pacto con la ultraizquierda".

En Vozpópuli, Miquel Giménez echa los higadillos porque los llamados a pactar, y especialmente, uno, no parecen dispuestos: "Algunos en Génova sostienen que no se entendería que PP y VOX estuvieran sentados juntos en un mismo gobierno. Ah, caramba. ¿Se entendería más que estuviesen con los socialistas? ¿Es Castilla y León el preámbulo de esa coalición entre los dos grandes partidos tradicionales que parecía anticiparse con los acuerdos en el desbloqueo de algunas instituciones? Sea como sea, lo normal sería sentarse con los de Abascal y explorar cómo y de qué manera se pueden entender. Pero no. VOX es extrema derecha, aunque el PSOE no sea extrema izquierda ni amigo de terroristas y golpistas".

En el catolicón El Debate es donde más claro lo tiene. Cómo será la cosa que hasta le han dado un sabanón a Jaime Mayor Oreja para que se explaye al respecto. Se titula "Es el momento decisivo" y lleva como ilustración un dibujo de un soldado con una bandera roja. Se lo juro.

Sin tanta épica, Antonio R. Naranjo vierte la misma doctrina: "Casado ahora tiene más sencillo entenderse con Vox desde una premisa que algún día tendrán que asumir todos: ni hay tantas diferencias entre Casado y Abascal ni las hay entre Ayuso y los anteriores. Como no las hay entre los votantes de sus partidos".

Suma y sigue, Luis Ventoso habla de dos familias que son una: "Los castellanoleoneses han votado mayoritariamente a la derecha, pero repartiendo sus papeletas entre dos familias, la azul y la verde. Su mensaje es que deben entenderse para cerrar el paso a la izquierda". La conclusión está en el encabezado: "Al PP le toca entenderse con naturalidad con Vox".

En La Razón también lo tienen claro. Algunos, incluso demasiado. Es el caso de José María Marco, que glosa así el resultado de los verdes: "Vox da un nuevo paso para convertirse en la nueva fuerza motriz de la derecha española. Actitud y discurso que responden, a su vez, a una demanda de seriedad por parte de la ciudadanía y que tal vez expliquen, aunque de un modo distinto a como se suele hacer, la reticencia del PP a gobernar con ellos. Más que de temor a la contaminación, se trataría de recelo a la posibilidad de perder la iniciativa". Menudo recadito.

Abundando en lo mismo, Abel Hernandez pide por favor no ya el pacto sino que el PP no se baje los pantalones mendigando la abstención del PSOE. Y lo argumenta así: "El marcador con el 13-1 de Vox a Podemos en esta comunidad histórica, la más grande de España, es una goleada tan contundente que deja pocas dudas de que el futuro político en España se inclina a la derecha. El éxito indiscutible de Vox y de las candidaturas locales es, en gran manera, un voto de protesta contra las fuerzas tradicionales y la deriva del sanchismo".

"Casado-García Egea o la ruina del PP", brama el editorialista de Libertad Digital ante los recelos de los maricomplejines genoveses a compartir gobierno con la derecha auténtica: "Lo ocurrido en Castilla y León es una prueba más de que lo que importa a los actuales dirigentes nacionales del PP no es sumar esfuerzos para derrotar al sanchismo, sino encabezar una única alternativa aplastando a cualquiera que amenace su posición. Prefieren a Sánchez antes que compartir el poder. La pregunta es hasta cuándo permitirán los barones populares esta deriva suicida que amenaza con llevar a la ruina a todo el partido".

Y les termino con el análisis más lisérgico de los resultados electorales. Lo firma Arcadi Espada en El Mundo: "Los deplorables resultados electorales de Castilla confirman la principal novedad de la política española de los últimos tiempos: ya no hay gobierno posible sin el nacionalismo. La metástasis nacionalista ha ido progresando desde el bulto vascocatalán. Ya hay nacionalistas específicos para gobernar con la derecha y con la izquierda. En Castilla, además, ha brotado un neurótico nacionalismo de aldea". Que Santa Lucía le conserve la vista.