Catar o Qatar, como prefieran escribirlo, no lidera precisamente las clasificaciones mundiales de defensa de los derechos humanos. Menudencias, cuando te viene a visitar su baranda mayor con sun pastizal bajo el brazo. “Qatar invertirá casi 5.000 millones en España”, zapatea La Razón en primera, mientras su editorialista escribe una pieza titulada “Qatar, un amigo y aliado de España”.

La letra menuda está redactada con tinta blanca y un desparpajo notable. Lo que les digo arriba. El emirato es una democracia ejemplar: “Desde algunos sectores de la izquierda se ha tratado de desvirtuar la visita, con acusaciones contra el régimen catarí en materia de derechos humanos que son, simplemente, infundadas, cuando no están sacadas torcidamente de contexto. Porque Qatar es el único país del Golfo, junto a Kuwait, con un Parlamento elegido por sufragio universal, dispone de una legislación laboral de las más avanzadas del mundo y ha conseguido conciliar la deferencia a la libertad individual de los ciudadanos extranjeros que residen y trabajan en su territorio con el respeto a sus arraigadas costumbres”.

En lo que se les pasa el bochorno, les cambio de cabecera. El Mundo, por lo menos, no se anda con hipocresías. En primera titula “Sánchez se vuelca con Qatar en plena crisis del gas con Argelia”. En la información de las páginas interiores es todavía más directo: “Honor de Estado en busca de gas”. Así las cosas, el editorialista tira de cinismo. A diferencia del amanuense de La Razón, este dice las cosas como son. Que la democracia es muy bonita, pero la pasta, más: “Ojalá la democracia no fuera un sistema todavía minoritario en el mundo. La realidad, sin embargo, dista mucho del ideal democrático universal. La visita de Estado que está protagonizando a nuestro país el emir de Catar solo cabe analizarla como un ejercicio útil de realpolitik en el contexto actual. El pequeño Estado árabe, además de desempeñar un importante papel geopolítico en Oriente Próximo, es uno de los grandes exportadores de petróleo y, sobre todo, de gas: el segundo suministrador del planeta y el quinto vendedor a España”.

El cronista y opinador Carlos Segovia añade con maldad (pero, realmente, con verdad) que Podemos también se está comiendo con patatas el agasajo al jeque forrado: “El entonces emir de Qatar, Tamim bin Hamad Al Thani, es el mismo que se aloja desde el lunes en el Palacio de El Pardo en una de las visitas de Estado más agasajadas por el Gobierno de coalición. Hay un doble necesidad del apoyo del emir. Por un lado, asegurar el suministro energético de gas en plena crisis con el principal proveedor de España, Argelia, tras el bandazo de Pedro Sánchez con el Sáhara. Por otro, la necesidad de dar eficacia a los fondos europeos intentando atraer otros de fuera de la UE que aseguren su ejecución y multipliquen su impacto. El emir da satisfacción a ambas peticiones y por eso, quién lo iba a decir, el Gobierno le otorga el Collar de Isabel la Católica”.

“Honores de Estado para el emir de Qatar en su visita oficial a España”, se titula la pieza de El Debate. Ya sabemos el porqué, pero si necesitamos dosis de recuerdo, queda escrito en el último párrafo: “En este sentido, y dado que Qatar es el tercer país con mayor reserva de gas natural del mundo y el quinto proveedor de España, se espera un «gran anuncio» en cuestión energética durante su estancia en suelo español, donde el jeque y su esposa están acompañados por los ministros de Exteriores, Finanzas, Energía y Comercio e Industria, y el director ejecutivo del fondo soberano Qatar Investment Authority (QIA), principal accionista de Iberdrola”.

De ABC, les copio y pego solo la parte final de la crónica, la lúdico-gastronómica: “La unidad de música de la Guardia Real amenizó la cena de gala. Abba, ‘Stayin Alive’ de Bee Gees y ‘New York, New York’ de Frank Sinatra sonaron en el comedor de gala, en cuya mesa imperial el chef Ramón Freixa sirvió un menú a base de espárragos verdes y blancos, tartar de ventresca de atún, mero con arroz meloso y cerezas con queso fresco y pimienta de sichuan. En la cena no se sirvió alcohol, por lo que, en lugar de brindar, el Rey utilizó la fórmula «hago sinceros votos por vuestra ventura personal». Para los invitados de Catar, se sirvió agua y zumo”.

Sobre la vuelta del Emérito, ojo al parche

Ya que estamos en el vetusto diario, el que fue monárquico por antonomasia, nos paramos en las tribulaciones del director, Julián Quirós, sobre el inminente regreso del cazador de elefantes. Empieza diciendo que le preocupa que el viejo se la vaya a liar al joven, aunque luego termina asegurando que no lo hará: “Afortunadamente, Don Juan Carlos estará a la altura de su legado; primero porque sabe con toda exactitud cuál es el papel que ahora le corresponde ejercer, segundo porque cumplirá con las condiciones de la carta que mandó recientemente a su hijo y tercero porque conoce y fue beneficiario de la enorme generosidad de los juanistas hacia él, en otra sucesión también turbulenta de nuestra historia”. Por la cuenta que le tiene.

¿Que no se ha pillado el mensaje? No importa. Para eso está el editorial, donde al mensaje del director se añade, que al final esto es una cuestión de relaciones de familia: “La exigencia de buena parte de la izquierda resentida para que Don Juan Carlos ni siquiera pise La Zarzuela carece de lógica y sentido. Lo hará si Don Felipe lo estima oportuno. La cuestión de fondo es que Don Juan Carlos se reencuentre con su hijo, que hablen cara a cara y guiados por una conciencia común sobre su responsabilidad y su prioridad: proteger a la Corona, su imagen y reputación, su transparencia y su presencia en la vida de los españoles”.

Y como remate pelotero y lamesuelas, Salvador Sostres viene a decir que España se jodió el día que el abuelo de Victoria Federica tomó las de Abu Dabi. Se lo juro: “Nos ha ido mal sin usted, Señor. Hemos tomado las decisiones equivocadas, hemos sido un pueblo de cabreros incapaz de entender lo que es un Rey. No hemos estado a la altura de su legado ni en lo cívico, ni en lo político, ni en lo sentimental. Me alegro de su regreso. Aunque no gritemos, muchos como yo le guardamos gratitud, reconocimento, afecto y lealtad. No lo tome como un desafecto hacia su hijo. Pero los que crecimos bajo su reinado le debemos la libertad, y esa alegría torera de vida amable y saber siempre dónde hay que ir a cenar”.

Vamos con la última pieza, fuera de concurso. He querido evitarles todas las melonadas inspiradas en la gresca de la baja por menstruaciones dolorosas, pero los voy a hacer una excepción con el chistoso de El Debate Antonio R. Naranjo, que une la ley de detrminación sexual con la cuestión de la regla. Y sale lo que sale: “Pero Paco podrá llamarse Manoli sin perder un trabuco que ni en Sierra Morena y, a poco que apriete, trincarse tres días de baja por sentir unos dolores que no padece pero son perfectos para que la España sanchista siga gobernando entelequias, mitos, leyendas e inventos mientras la España real sangra tendida en el suelo de una cornada, con tres trayectorias, de uno de estos morlacos tontunos de la ganadería de la Moncloa”.