"A mí no me gustaban las motos. Yo era muy malo". Así de sincero es el campeón, un prodigio de 17 años. Pedro Acosta es un chico sencillo. Humilde. Procede de una familia sustentada por la pesca. Su carrera la avaló precisamente el barco pesquero hipotecado de su padre. Cada vez que Pedro Acosta, apodado El tiburón de Mazarrón, alcanza el éxito, nombra a su familia y a un tal Paco. Ese Paco es ahora un reclamo, como su discípulo. Paco Mármol es el otro padre del chaval, el deportivo. Es su asistente y entrenador, además de dirigir el circuito de Fortuna, donde se forjó Acosta. "Su padre (también llamado Pedro) me dijo que el crío era mío. El 99% de los padres fastidian a los críos", relata Pacote. Estropean carreras porque se entrometen en dominios ajenos, porque no delegan en profesionales.

Pedro Acosta papá era un amante del motociclismo que hacía rodadas en circuito. La historia de Pedro Acosta hijo comenzó por inercia, por el amor de un padre por una afición que trató de volcar sobre su descendiente. Un día el progenitor apareció en casa con una minimoto. El pequeño Pedro tenía entonces cuatro o cinco años (la familia no recuerda las edades con precisión). "¿Para qué le has comprado esto? ¡Es una locura!", expresó Mercedes Sánchez, la madre, que más tarde dejaría su trabajo para acompañar a su hijo por los circuitos. El joven rompió el juguete en tres o cuatro meses y ahí se abrió un paréntesis.

Tiempo después el imberbe Pedro volvió a subirse a una máquina. Su padre le apuntó a entrenar con Mármol, hasta que el crío se vio en una parrilla de salida, con unos siete años. "Talento tenía muy poco", recuerda Pacote en La Opinión de Murcia. "Me daba hasta pena". En aquella primera carrera, Acosta partía en la última posición de entre los setenta u ochenta participantes. "Cuando estábamos en la parrilla, empezó a llorar. No quería salir, le daba miedo". Acosta se descabalgó y se marchó caminando. Pacote se quedó solo, sujetando la moto. "Le dije que lo tomara como un entrenamiento". Al final, Acosta tomó la salida. "No lo hizo mal", evoca su instructor. La semilla germinó.

Acosta se fue enamorando. "El talento es como todo: hay mucha gente que lo tiene pero que no lo trabaja, y el talento de Pedro son las ganas de superarse", explica Mármol. El chaval fue creciendo. Dejó de lado las artes marciales porque le "calentaban" demasiado. Se centró en cuerpo y alma en las motos. "Me levanto por la mañana y pongo carreras. A la hora de comer, veo carreras. Antes de acostarme, veo carreras. Tengo 17 años y lo normal para una persona así es salir de fiesta. Pero yo no he vivido eso. Nunca me ha hecho falta. Para mí, mi mejor momento del día es cuando me subo a la moto", relata Acosta para DAZN.

El tiburón saltó a la Red Bull Rookies Cup y acabó segundo. En la siguiente campaña se alzó campeón. Se abrieron las puertas del Mundial. El equipo Ajo Motorsport, equipo oficial de KTM, le requirió para saltar a Moto3. Su estreno en el contexto del Campeonato del Mundo fue arrollador. Terminó segundo el día de su debut. "Pensábamos en hacer un podio en todo el año y cuando lo vi en Catar, subido arriba, para mí ha sido lo más grande", asegura Mármol para DAZN. En la segunda carrera Acosta logró la victoria tras salir desde el pit lane. Había nacido una estrella.

Días más tarde se convirtió en el primer debutante de la historia -en 73 años- en lograr cuatro podios en sus cuatro primeras carreras, en las que además firmó tres victorias. Después tuvo que aprender a ser paciente y prudente. La lección más importante la traía sabida de casa: "A los niños se les enseña a ganar, pero no se les enseña a perder". Una vez alcanzada una importante ventaja en el campeonato, aplicó inteligencia. Derivó la presión a sus rivales, mostrando simpatía y serenidad en sus intervenciones, hasta que en el Gran Premio del Algarve logró el triunfo -sexto del año- y se proclamó campeón, igualando el hito de Loris Capirossi al coronarse como debutante y siendo el campeón más joven de la historia tras el italiano (17 años y 166 días). El chico al que no le gustaban las motos ya no es malo. Es el mejor.