pamplona. De proyectos de empresas privadas al trabajo de una comunidad de vecinos. Parece que la crisis ha hecho aflorar una práctica que ya contaba con mucha tradición en Navarra, pero normalmente relegada a labores de limpieza de zonas comunales: el auzolan.

Los habitantes de Badostain decidieron hace casi un años apostar por este tipo de trabajo vecinal ante la negativa del Ayuntamiento de habilitar una casa concejil en condiciones por falta de dinero. La mano de obra y el esfuerzo de los más de 300 vecinos supondrá una rebaja de una cifra inicial de unos 400.000 euros ( por una empresa privada) a 206.000.

"El auzolan es muy propio de Navarra, pero no se aplicaba a trabajos de albañilería, eran trabajos que no requerían especialización alguna, limpieza de montes o acequias", explicó Idoya Elizalde, arquitecta encargada del proyecto.

"Decidimos hacerlo de esta manera porque no había otra opción, ya que hubo muchas peticiones de subvención al Ayuntamiento del Valle de Egüés", recordó Xabier Ziritza, presidente del concejo. "Un handicap que hemos tenido a la hora de pedir ayudas es que ya disponíamos de esta sala, pero no reúne las condiciones necesarias", intervino Ángel Irurtia.

"Al final, en una de las reuniones surgió la posibilidad de que el Consistorio se hiciese cargo de los gastos (proyecto, material y seguro) y el concejo de la mano de obra. Convocamos una reunión con todo el pueblo y los asistentes dijeron que sí", continuó Ziritza.

la regulación Para regular este método de trabajo se llevó a cabo una Ordenanza de Auzolan, inspirada en otras anteriores de otros municipios, donde se establecieron las obligaciones que conlleva la "prestación personal" al concejo. Seis sábados al año, un inquilino de cada una de las viviendas de Badostáin debe colaborar en la construcción del proyecto o en labores derivadas de éste (por ejemplo, hay quienes se encargan del almuerzo de los trabajadores). Otra opción, si alguien no quiere o no dispone de tiempo para coger la carretilla, es pagar 40 euros.

un lugar de reunión "Nos reunimos entre diez y 12 personas, casi siempre los mismos, pero estamos contentos, las obras van más rápido de lo previsto. Hemos tenido la suerte de contar en el pueblo con personas que se han dedicado a la obra y nos han aconsejado. Además entre semana vienen dos albañiles cualificados", contó Andoni Aranaz.

"Hay gente que lleva hasta 65 días de trabajo, otros nunca han venido. Pero este año hemos puesto un mínimo de tres jornadas, pero queremos que todos adquieran un compromiso", aclaró el presidente del concejo.

Este reclamo, insistió Irurtia, llevaba mucho tiempo sobre la mesa, antes de la actual formación del concejo, al frente desde 2007. "Desde que entramos, consideramos que era muy positivo para el pueblo que la gente tuviese dónde reunirse; muchos chavales nos estaban pidiendo locales", añadió Ziritza. "No tenemos donde tomar una cerveza o echar un café", apuntó y añadió que "la planta baja será una especie de sociedad y las dos de arriba para usos múltiples".

Las obras, además de asegurar una futura casa concejil para uso y disfrute de los vecinos, suponen una forma de acercar a sus habitantes y "mejorar el clima social". "Hay vecinos que se están conociendo porque coinciden en las obras", corrobora Ziritza.

No es la primera obra realizada a partir del trabajo vecinal en este municipio. Las reformas de la iglesia, algunas salas de varias viviendas o las casas de los maestros son ejemplos de anteriores proyectos en los que intervinieron los vecinos de Badostáin.