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Pueblos rodeados de ciudad

la cuenca de pamplona alberga varias poblaciones en las que vivir en el medio rural a un paso de la capital

Pueblos rodeados de ciudadPatxi Cascante

ELEGIR entre la tranquilidad de vivir en un pueblo y la practicidad de establecerse en la ciudad no siempre es necesario. En la Cuenca de Pamplona existen poblaciones en las que se puede disfrutar simultáneamente de la comodidad de tener acceso rápido a todos los servicios y el placer de sentirse rodeado de naturaleza en un ambiente rural.

El gran crecimiento de municipios como Ansoáin, Burlada o Berriozar propició que la población se expandiera, en ocasiones alejándose del emplazamiento inicial para aproximarse a la capital navarra. Estas localidades continuaron su desarrollo a espaldas de sus cascos antiguos, que en muchos casos quedaron semi abandonados, pero que hoy en día se han convertido en el lugar ideal para quienes buscan tranquilidad sin alejarse demasiado de la ciudad.

El casco antiguo de Burlada se encuentra situado en la parte de atrás del ayuntamiento, junto a la Nogalera. Se trata de una decena de grandes casas de piedra que han quedado arrinconadas tras bloques de viviendas. Una de ellas, la casa que vio nacer al compositor Hilarión Eslava, fue derribada para albergar hoy en día la Escuela de Música.

Alrededor de diez familias viven en el casco antiguo de Burlada, entre la plaza San Juan y la calle San Juan Bautista, y coinciden en señalar que "esto está un poco abandonado". Cuatro de las casas se encuentran prácticamente en estado de ruina, cerradas, abandonadas y en algún caso valladas. "Lo hacen por seguridad, porque aquí vienen miles de chavales al conservatorio", explica una vecina, quien añade que "lo que nos gustaría es que las tiren y que en su lugar construyan unifamiliares". Sin embargo, los vecinos destacan la comodidad de encontrarse en un enclave tan céntrico, con todos los servicios a mano.

Un desarrollo diferente fue el que se experimentó en Ansoáin y Berriozar, cuyos cascos antiguos se encuentran emplazados en las faldas del monte Ezkaba, al margen de los núcleos de población principales, que se han extendido a una distancia considerable.

Durante los años 60 se creó el barrio nuevo de Ansoáin, contiguo a Pamplona, concretamente entre la Rochapea y la Chantrea. De los más de 10.600 habitantes del municipio, tan sólo diez familias residen en la actualidad en el pueblo viejo, donde no existen comercios, ni ningún servicio. Sin embargo, los vecinos del casco antiguo se reconocen "felices" de vivir allí. "Es mucho más tranquilo, aquí se vive muy bien, muy a gusto", explica Teresa Esáin.

Esta vecina cuenta que en el pueblo viejo "no se permite construir", a pesar de que "se dijo mucho hace unos años que se iban a hacer casas, pero no se ha hecho nada". De esta forma, se encuentran "más tranquilos". Sin embargo, este hecho ha obligado a las nuevas generaciones a establecerse en otras poblaciones, como es el caso de la familia de Esáin: "Mi hijo quería haberse hecho un chalet, pero no le dieron permiso, y ahora vive en el barrio".

Entre las ventajas de vivir en un pueblo pequeño, Esáin señala que "aquí sales a la calle tal y como estás en casa, hablas con la vecina, y haces vida de pueblo". Asimismo, asegura: "No echo en falta las tiendas, porque voy con mi marido en el coche. Yo conforme estoy, estoy feliz".

Antonio Gila, alcalde de Ansoáin, considera que las principales necesidades del pueblo viejo estarán satisfechas una vez se terminen las obras de pavimentación que culminará la Mancomunidad de la Comarca de Pamplona "en menos de un mes". Gila considera que "esta legislatura hemos tenido una relación muy cercana y un contacto muy fluido con los vecinos", y recalca una serie de "pequeñas obras" llevadas a cabo en el pueblo viejo, como la mejora de los accesos a la ermita, de los caminos tradicionales y del cementerio.

Por su parte, el casco antiguo de Berriozar, en el que habita un centenar de personas, también ha sido transformado durante los últimos años. Según explica el alcalde, Xabi Lasa, quien además es vecino del pueblo viejo, "hasta hace cuatro años esto estaba como hace 40 años", en referencia a las redes de saneamiento, el cableado o la pavimentación.

Entre 2008 y 2010 se realizaron distintos trabajos encaminados a solventar estas carencias, y también se arreglaron el camino a Aizoáin y los que van al monte, y se creó una pista ciclable y peatonal. Según considera el alcalde, "la gente está bastante contenta", aunque Lasa señala también que "en la actualidad se demanda un parque infantil, porque el que hay es viejo".

En el casco antiguo de Berriozar viven 93 personas, de las cuales 15 son niños menores de diez años, alrededor del 16%. Esto se explica porque entre 2000 y 2011 hubo bastantes parejas jóvenes que se trasladaron a vivir al pueblo viejo. Además, según explica Lasa, hay perspectivas de que pueda aumentar la población, ya que es posible que se construyan nuevas viviendas, alrededor de ocho.