MEZKIRITZ - Este pequeño pueblo de origen ganadero ha sabido mantenerse unido y avivar sus tradiciones con el paso del tiempo sin perder el encanto de formar parte de un enclave privilegiado, recóndito y, a la vez, fronterizo con el país vecino. La población de Mezkiritz (valle de Erro), con apenas 50 habitantes que viven a diario, ya puede presumir de mantener viva la memoria de sus antepasados. Y todo gracias a los oriundos del pueblo Iñaki Castellot y Pedro Pérez, que han publicado un libro de fotografías en el que recorren cincuenta años (1910-1960) de las formas de vida y costumbres de sus habitantes. “Decidimos poner una fecha límite porque los 60 supusieron un cambio en la mentalidad y en la forma de trabajar”, subraya Castellot.

La idea nació a raíz de una exposición de fotografías antiguas que organizaron hace tres años en las fiestas patronales con el objetivo de datar e identificar a gentes del pueblo que iban desapareciendo. “En una fotografía que teníamos en casa, vimos que nuestra familia sólo conocía los rostros de nuestras abuelas, pero no los del resto”, explica Pérez. Con la pena de que sus antepasados cayeran en el olvido, decidieron salvaguardar sus rostros y para ello contaron con la ayuda de los vecinos, que les han abierto las puertas de sus archivos más íntimos y han colaborado en identificar a personas que ya fallecieron. Sin embargo, reconocen que su inquietud por registrar la memoria fotográfica del pueblo viene con retraso. “Hay una serie de fotos para las que hemos llegado 20 años tarde”, se lamenta Castellot. Se trata en concreto de cinco instantáneas de la década de 1910, en las que aparecen varios vecinos en la romería a la Ermita de San Miguel y en fiestas, donde, con suerte, han logrado identificar sólo a dos de las más de 70 personas presentes.

Por eso, viendo que existía el riesgo de que se perdiera la memoria de sus padres y de que a las generaciones venideras les sucediera lo mismo, se lanzaron a recopilar todo el material fotográfico que existe en Mezkiritz. Durante un año, Castellot se encargó de charlar con los vecinos casa por casa y de recoger material para su digitalización. En cierta medida, este acceso fue más fácil gracias a que todo el pueblo conoce que Castellot es un apasionado de la historia local que ha invertido muchas horas en los archivos parroquiales y recogiendo testimonios de sus paisanos. “Este libro ha sido posible gracias a la colaboración de los vecinos de Mezkiritz. Nos han donado sus fotos y han confiado en nosotros porque somos hijos del pueblo”, reconoce Pérez.

En total, consiguieron reunir unas 500 fotografías, todo un misterio para un pueblo que en su época más boyante, 1910, tuvo 300 habitantes. Después, Pérez, que trabaja en la editorial Analecta, se encargó de escanear todas las imágenes en sus horas libres, ya que disponen de máquinas especiales para digitalizar cualquier documento. Con la recopilación hecha y escaneada, sólo quedaba el último paso: hacerlas visibles a través de un libro. Para poder culminar esta labor de tres años, primero hicieron una selección de las 500 fotografías escaneadas, por razones de espacio y de presupuesto. Así, en las 132 páginas que tiene el libro, publicado por la editorial Analecta, hay un total de 127 fotografías en blanco y negro de Mezkiritz y también del pueblo contiguo de Ureta. Unas imágenes que clasificaron por temas para formar el esqueleto del libro: la escuela, el trabajo, retratos de familia, las fiestas, la vida religiosa y la vida cotidiana.

Para la maquetación, ha entrado en el proyecto Ana Pérez, hermana de Pedro, que trabaja en Errea Comunicación. “Ana ha puesto un estilo propio, dando protagonismo a las fotos, que hablan por sí solas”, declara Pérez. Para la traducción a euskera, han contado con la ayuda de Arantxa Villanueva y para la impresión, con Graphycems, donde trabaja Ander Errea, ambos vecinos de Mezkiritz. Por último, el concejo y la sociedad del pueblo han subvencionado parte del libro. “Sin duda, este libro se ha hecho íntegramente con gente de aquí”, afirma Pérez. La presentación del libro tuvo lugar el pasado 19 de marzo en la sociedad Herriko Txoko de la localidad, en la que se vendieron más de la mitad de los 250 ejemplares que se han impreso. Un bonito encuentro de todas las generaciones de Mezkiritz que se niegan a olvidar sus raíces natales y la historia de sus antepasados. “Nosotros ya hemos puesto nuestro granito de arena para una generación olvidada; en un futuro les tocará a otros”, dicen entre risas los impulsores del proyecto.