- "Demasiado, demasiado", repetía ayer Juan Mari al salir de misa. "No costaba nada y no es para tanto...", insistía con un ramo de flores en la mano. "Estoy muy contento y agradecido. Pero yo al menos no lo merecía. Amparo sí", seguía, abrumado por los halagos. Pero el grupo de Cáritas de la parroquia de Santiago, en la Txantrea, pensaba diferente. Y el miércoles decidieron agasajar con una pequeña misa, aplausos, piropos y flores a Juan Mari Zabalza Larraya y Amparo Iriarte Navaz, recién jubilados como voluntarios a sus 91 y 92 años. "Por tu entrega incondicional, por tu compañerismo y honradez, por tu sencillez y amabilidad... todos los componentes de Cáritas al unísono te decimos ¡muchas gracias!", podía leerse en la placa homenaje.

"Ha sido una sorpresa, muy agradable por cierto. Aparte del día en que me casé con mi marido, que Dios lo tenga en su gloria, y cuando tuve los hijos, ha sido el día más feliz de mi vida. El más allá. Y no lo esperaba. He tenido a la familia, los hijos, los amigos, el grupo de Cáritas... Estoy feliz", decía Amparo con los ojos brillantes, casi flotando de la emoción. Y hacía como Juan Marí, quitarse mérito para otorgárselo a su compañero: "Lo que ha trabajado Juan Mari ha sido el no va más". La realidad es que los dos han colaborado, al menos desde hace cuatro décadas, en el reparto mensual de comida en la parroquia. Juan Mari se encargaba de la recogida en el Banco de Alimentos: "Estoy jubilado y tenía la camioneta... pues qué vas a hacer". Y Amparo siempre ha sido muy activa "hasta que se hizo el confinamiento. Eso me ha hecho puré. No soy la misma", cuenta. Se encargaba de llamar a la gente para descargar, organizar y repartir al día siguiente. "Hemos tenido hasta 128 familias", recordaba. "El homenaje es sencillamente porque ya no pueden seguir viniendo. Y qué menos que agradecerles todo el trabajo que han hecho durante tantos años, que es digno de admirar. Y todo lo que nos han enseñado", expresó por su parte María Teresa García (Cáritas).