es ha quitado los abrazos, los besos. El contacto cercano con sus nietos, sus hijas, con su familia. El covid se ha llevado por delante los paseos y los cafés, el sentarse en un banco a contemplar la vida, el comentar con los amigos lo de este y lo de aquél: esos pequeños respiros que componían hasta hace poco la rutina de las personas mayores. Para algunas la pandemia no ha traído más que miedo, o en todo caso precaución, pero a pesar de haber sido uno de los colectivos más castigados por ella, siguen peleando día a día sin perder la sonrisa. En el valle de Aranguren cuentan con sus propias alternativas, con recursos que protegen su salud y les permiten socializar, como la jubiloteca y el comedor saludable con los que, además de llenar la tripa, calman un poco la soledad.

"El servicio es ideal, no podemos decir nada más porque está muy bien", dicen Brígida Valenzuela y Antonia Gutiérrez, usuarias habituales. "Todos los días venimos a hacer actividades y después comemos de maravilla, estamos pocas, menos que antes, pero lo mejor de Mutilva", bromean. En la jubiloteca realizan talleres de ocio, psicomotricidad y desarrollo cognitivo guiados por dos monitoras, y se quedan después a comer en un espacio que cuenta con menús personalizados y adaptados a sus necesidades. Hace ya 8 años que se pusieron en marcha ambos recursos municipales que sirven para mejorar la calidad de vida en un colectivo que en el valle supone el 14% de la población (hay 1.608 personas mayores de 60 años de un total de 11.718 habitantes). Son 26 personas en la jubiloteca y 7 en el comedor de manera presencial (otras tres personas no acuden por la situación), a las que se suman 7 más que reciben la comida a domicilio. Han llegado a estar hasta 22.

"Hay quienes utilizan ambos servicios o quienes solo se quedan a comer. Durante el Estado de Alarma se ha repartido la comida a domicilio, y este mes de octubre hemos retomado de nuevo la actividad presencial. Antes de volver a ponerlo en marcha hicimos un sondeo para saber si realmente querían regresar y la respuesta fue abrumadora: todos dijeron que sí", explican Chelo Gállego, concejala de Bienestar Social en el Ayuntamiento de Aranguren, y Laura Aznárez, trabajadora social. No han dudado en retomar la actividad con las pertinentes precauciones "porque para todas estas personas el envejecimiento activo es muy importante. Evidentemente hay que guardar todas las medidas de prevención, pero las relaciones sociales son fundamentales también en estas edades", explican.

Sentados a la mesa, los comensales reconocen que en casa el tiempo "se nos hace muy largo" y se alegran de volver a sentarse en esta mesa. En diagonal, con cada mascarilla guardada en su bolsita individual y todo desinfectado. "Aquí por lo menos nos reímos un ratico, volvemos un poco a la normalidad", reconoce Ludi Saragueta mientras Esther Olleta, la cocinera, le sirve la sopa. "Además está todo riquísimo y esta mujer es un cielo", le agradece. Confiesa Olleta que se les ha echado de menos: "Somos como una gran familia, se les coge cariño y ellas te lo cogen también a ti. Después de comer tenemos nuestro ratico de tertulia, no tiene nada que ver con comer solo en casa. Hemos mantenido el contacto con ellos también durante este tiempo, llamando por teléfono para ver qué tal están o qué necesitan pero para ellos el relacionarse, el estar con gente, es muy importante, independientemente del coronavirus", señala.

La mayoría de las usuarias son mujeres de más de 70 años, muchas de ellas viudas que prefieren comer en compañía, aunque también hay quien se lleva la comida a casa para disfrutarla con su familia. Son personas autónomas o con dependencia moderada que en muchos casos viven solas y tienen muchas ganas de relacionarse y trabajar su autonomía, como Encarna y Alfonso, que reconocen que "aquí comemos mejor, en compañía, y de manera más sana. Es mucho más cómodo", explica ella. Llevan dos años disfrutando del recurso: "Sabe muy bueno, yo como ama de casa lo agradezco mucho. Como vivimos muchos años empiezas a deteriorarte y oye, una ayudita nunca viene mal", valora.

Han cambiado muchas cosas por culpa de la covid. Ahora, de cara a las Navidades, María Dolores Fernández, que es toda energía y se lo pasa "estupendamente" en la jubiloteca junto a María Amador y María Barranco o Claudia Roncero, estarían ya elaborando sus propias cestas, sus árboles con cápsulas de nescafé y preparando el encuentro intergeneracional con un colegio de la localidad que este año no podrán celebrar. Han tenido que eliminar la decoración para mejorar la seguridad y toman todas las precauciones para poder seguir estando juntas. Pero lo importante, dicen, es que la actividad no cese.

Y es que se trata de un recurso muy demandado, tal y como aseguran desde el Ayuntamiento, "y la verdad es que la gente está muy contenta. Hace años la experiencia sobre este tipo de actividades era escasa, tuvimos incluso demanda de no empadronados para poder acudir, porque era algo que en los barrios no estaba desarrollado. Incluso han venido de varios municipios a conocerlo".

"Las usuarias y usuarios están muy contentos, se trata de un servicio muy demandado"

Trabajadora social

"Venimos a hacer actividades y después comemos de maravilla"

Usuaria

"A estas edades las relaciones sociales y envejecer activamente es muy importante"

Concejala Bienestar Social