ñaki Ciriza es de Bidaurreta "de toda la vida",. Tiene 33 años y trabaja en el planetario de Pamplona, en un programa diculgativo del Gobierno de Navarra para fomentar la ciencia. Estitxu García, la otra protagonista de este reportaje, es natural de Bizkaia pero afincada en Navarra desde los 10 años, tiene 32 años, y trabaja como fisioterapeuta en la Asociación de Esclerosis Múltiple de Navarra. Ambos han sido los ganadores del premio Biziberri Navarra rehabilita de este 202Biziberri0. La condecoración, que no incluye dotación económica, tiene el objetivo de fomentar entre la ciudadanía navarra la reforma de sus viviendas a través de las ORVE (Oficinas de Rehabilitación de Viviendas y Edificios), y es una iniciativa del Gobierno de Navarra, en colaboración con Nasuvinsa y las ORVE.

La casa, utilizada de pajar, antes de se reforma.

Exterior de la propiedad en la actualidad.

La casa por la que han sido galardonados, mezcla un estilo tradicional combinado con otro más moderno y está en lo alto de Bidaurreta, un pueblo famoso por sus cerezas. Esta fama se observa también en los terrenos familiares ubicados detrás de la casa, con un paisaje lleno de cerezos. La obra ha durado un año, comenzó en noviembre del 2018 y finalizó en diciembre de 2019.

Sobre cómo les surgió la idea de mudarse al pueblo, Estitxu señala que cuando se fueron a vivir juntos estuvieron dos años en la Rochapea de alquiler, pero que tenían ganas de irse a Bidaurreta, sobre todo él. "Eso de levantarme y ver una colmena de edificios no me gustaba. Yo me levantaba siempre viendo los Pirineos, la niebla y el campo", sostiene él

Otro de los motivos por los que decidieron trasladarse al pueblo, es porque tiene mucha vida. "Ahora con el coronavirus no, pero todos los días hay actividades, en la sociedad, para los críos, pilates, spining, teatros, etc". Además, señalan que es un pueblo que ha conseguido mantener a la gente joven allí, gracias a un programa de viviendas VPO que hubo hace tiempo.

Vista general del salón, con sus vigas originales en el techo.

Para que la ORVE les concediera una ayuda por la reforma, Estitxu explica que tuvieron que cumplir varias medidas. "En nuestro caso teníamos que mantener un tanto por ciento de los muros originales, el forjado horizontal, y todas las vigas originales del edificio que están debajo de esta planta. Hemos mantenido además las vigas y los pilares originales". Estas subvenciones son de un máximo de 25.000 euros, de los que luego hay que devolver el 25% a Hacienda.

La casa quisieron distribuirla y adaptarla para cumplir dos objetivos: consumo prácticamente nulo, y que fuese una casa accesible para todas las personas. "Tuvimos que comernos un trozo de la vivienda para poder hacer una rampa y poder entrar con una silla de ruedas. No queríamos tampoco escaleras ni ningún tipo de barrera arquitectónica". Esto se debe, cuentan, a que los dos han trabajado en el mundo de la discapacidad y están muy sensibilizados con el tema. Por otro lado, para que la casa fuese altamente eficiente energéticamente, pusieron bastante aislamiento, 10 centímetros de piedra, 20 centímetros de celulosa, y ventanas de triple vidrio con gas. "Es todo bastante hermético, y nos aseguramos de que los materiales que se han utilizado guarden el calor, porque tienen una inercia térmica. Es decir, está hecho con piedras, ladrillos y demás. En verano por ejemplo, afuera es un horno, sin embargo aquí está fresco, pero en invierno también se está bien, porque mantiene mucho el calor.

Sobre el resultado final, Estitxu se muestra contenta, "es nuestro proyecto de vida, y si algo hemos puesto al construir ha sido cariño.

Siete candidatos. Esta vivienda compitió por el premio con otras seis, ubicadas en Abaurrea Alta, Etxalar, Olejua, Tudela, Leitza y en el pamplonés barrio de Txantrea.

Agradecimientos. Los propietarios agradecen el trabajo del decorador, Ignacio Beloki, los arquitectos, Ramón Andueza y Lander Berasategi.

"Es nuestro proyecto de vida, y si algo hemos puesto ha sido cariño"

Vecina de Bidaurreta