alir del colegio y levantarse de la silla verde, aunque sea por unas horas, siempre genera revuelo. La veintena de alumnos del IES Navarro Villoslada bajaron corriendo, cantando y dando palmas a la plaza en la confluencia de la calle Tajonar y la avenida Cataluña. Los artistas urbanos Leire Urbelz y Peio Iglesias esperaban quietos y en silencio a la chavalería. Contrastes. Entre todos, pintaron el mural Pamplona no se construyó en un día, una obra que reflexiona sobre la conexión entre la arquitectura del pasado, del presente y del futuro y que combina dos estilos e identidades visuales diferentes. “Peio y yo no nos conocíamos y trabajamos tendencias artísticas distintas. Nos parecía interesante mostrar que se puede crear una obra a través del contraste”, asegura Leire.

El mural, que se terminará de pintar en una semana, muestra los diferentes estilos arquitectónicos que han convivido en la ciudad a lo largo de los siglos. “Esta plaza, de reciente construcción y un poco en terreno de nadie, ha quedado alejada de la historia de la ciudad. Queríamos reflejar esos estilos y contrastes a través del mural”, explica Leire. En la obra, de 50 metros cuadrados, aparece el Fortín de San Bartolomé, las figuras alegóricas del Ayuntamiento de Pamplona -la prudencia, la justicia y la fama-, el reloj del Consistorio, la fuente de la Taconera o el pequeño Neptuno de la plaza del Concejo. “Se combinan el blanco y el negro, otros colores, la figuración y la abstracción, el spray y el pincel. Es un juego de contrastes”, comenta Peio. Además, para el boceto, los alumnos hicieron collage con fotografías de fuentes, edificios o monumentos representativos de la ciudad.

Este proyecto cooperativo también promueve la convivencia entre personas de diferentes centros educativos. En este caso, el IES Villoslada y el Colegio Nuestra Señora del Huerto han trabajado juntos, reflexionaron sobre los estilos arquitectónicos, elaboraron collages con fotografías antiguas y seleccionaron las ideas que se han implementado en el mural. “Hay cápsulas educativas y al hacer los talleres juntos hemos visto cómo trabajaban diferente, pero esa mezcla enriquece. Se debe desarrollar la convivencia entre los diferentes colegios”, defiende.

Leire estudió Bellas Artes con especialización en pintura. Al acabar la carrera, se adentró en la ilustración para el mundo editorial y en 2016, con una beca del Gobierno de Navarra de ampliación de estudios artísticos, viajó a México y a Estados Unidos. “Conocí y conviví con muchos artistas. Pintamos murales tanto en casas particulares como en la calle. Al volver a Pamplona, me junté con Javi Landa, Malmö de Elizondo y otros amigos”, indica.

En el caso de Peio, estudió jardinería. “En las notas me pusieron que lo hacía muy bien, pero que dibujaba mucho”, relata. Por eso, cursó bachillerato artístico, aprendió ilustración, trabajó en el estudio de serigrafía, muralismo y rotulación Kánula durante unos años y se fue a Londres “con la inquietud artística. Como en todos los viajes, se abre la mente y evolucioné como persona y artista porque te ves influenciado por cosas que nunca habías visto. Además, allá solo con pintar grafiti entras en un entorno artístico y formas parte de una comunidad. Te sientes arropado entre el grafiti”, confiesa. A la vuelta, se metió “de cabeza” al muralismo y ahora está “full time”. Peio ha colaborado recientemente en los murales de Kánula, en el del restaurante mexicano en Estafeta, el de Cannaenea en Curia o el de Cantamañanas en Huarte. “Para un pamplonés tener una obra en tu ciudad es muy emocionante. Ilusiona que a los vecinos les guste un trabajo tuyo”, confiesa.