Las 24 familias residentes en el edificio desalojado el lunes por la tarde en Plaza Zaharra de Bera como consecuencia del desbordamiento de una regata deberán permanecer durante tres o cuatro días fuera de sus casas, según las estimaciones del Ayuntamiento.

El mismo lunes se personaron técnicos de emergencia y protección civil del Gobierno de Navarra y ayer pasaron geólogos del Gobierno de Navarra y se esperaban a peritos del seguro de la comunidad de casas y del Gobierno de Navarra. Este miércoles se realizarán unos sondeos.

El primer objetivo ahora es analizar el estado y la seguridad del edificio. "Esperamos que los técnicos trabajen con rapidez para que los vecinos puedan volver a sus casas lo antes posible. Si alguien necesita ayuda para cambiar de domicilio o por cualquier otro motivo puede ponerse en contacto con el Ayuntamiento", señalan desde el Consistorio.

El lunes por la tarde dieron permiso para entrar en las casas y coger cosas, eso sí, con un aforo máximo de dos personas a la vez, para lo que había que comunicar a los agentes que están de vigilancia en el barrio.

Los operarios municipales siguen trabajando con el tema del suministro de agua. El suministro de gas está cortado desde el lunes por seguridad. El Ayuntamiento quiere enviar un mensaje de ánimo a los vecinos y agradece también a las personas que han ofrecido su casa para realojar a los evacuados.

Miedo e impotencia

Jabier Leiza Burguete, lesakarra de 39 años, es una de las personas residentes en el barrio, concretamente en el primer piso, justo encima de donde se produjo el boquete. Comenta que en el momento del desalojo estaba trabajando, "pero mi pareja y mi hijo de 9 años y mi hija de 5 tuvieron que salir urgentemente, sin poder coger nada prácticamente. Sintieron mucho miedo e impotencia, todavía no se nos va el susto del cuerpo. Un vecino dio el aviso que había escuchado una especie de explosión hacia las 18.15 horas y estaban tocando el timbre casa por casa para desalojar inmediatamente".

Mientras técnicos, trabajadores municipales, agentes y curiosos inspeccionaban la zona, Leiza se preparaba para una segunda noche fuera de su hogar. "Ayer mi hijo mayor y yo nos fuimos a Lesaka con mis padres, y mi mujer y mi hija a Oiartzun con los suyos, ha sido una separación forzosa", señala.

En los cinco años que llevan viviendo en la casa no habían tenido problemas, "salvo alguna grieta solucionada con una reforma", pero si que algunos vecinos les comentaron que "años atrás se había inundado el barrio, al obstruirse el río que discurre bajo las casas". Ahora, esperan volver a casa "cuanto antes, pero con seguridad, esperamos que los cimientos no estén afectados".