atan al bicho y lo sacan de los teclados, de las manillas de las puertas y hasta de los bolígrafos. Y hay empresas donde trabajan de forma ininterrumpida las 24 horas del día para garantizar la asepsia total y continuada.

"Estamos cara a cara luchando contra él", explica Alfonso Ruiz. Se refiere al maldito coronavirus, que en dos semanas ha matado solo en Navarra a casi 180 personas. "No es el peor virus que nos hemos encontrado, lo que ocurre es que se transmite con muchísima facilidad", dice Alfonso. Él lo sabe bien, ya que es presidente de la Asociación Profesional de Empresa de Limpieza de Navarra (ASPREN), que agrupa a 9 firmas del sector, con más de 2.500 trabajadores en total.

Las empresas de limpieza están ahora más de moda que nunca. La pandemia mundial, que ha obligado a la ciudadanía a recuperar esas normas básicas de higiene "que teníamos demasiado olvidadas", ha puesto también en un papel protagonista a estos profesionales expertos en desinfección. En Pamplona, las brigadas municipales y las subcontratas de limpieza se encargan de los espacios públicos, y, además, en estos últimos días, empleados de la UME (Unidad Militar de Emergencia) están interviniendo en residencias y otros inmuebles. Pero estas empresas, muchas de ellas pymes, entran dentro de los edificios, arrancando el virus de las oficinas, de los reposabrazos de cada silla, de una manera minuciosa.

"Nuestra función principal durante el año es hacer la limpieza de empresas, centros sanitarios, colegios, etc., es decir, lo que son locales y edificios. Pero además, ofrecen servicios de desinfección, tanto interior como exterior. Las firmas agrupadas en ASPREN realizan habitualmente la limpieza de unas 500 empresas en toda Navarra. ¿Ha cambiado la situación tras declararse la alerta sanitaria? Alfonso Ruiz indica que apenas han experimentado un incremento del 3% de nuevos clientes (dado que la mayoría de centros están cerrados), si bien "las empresas a las que damos servicio nos están pidiendo más limpieza, y, sobre todo, desinfección". Porque Alfonso Ruiz lo deja claro, en este caso, y en cualquier otro: "Sin limpieza, no hay desinfección". Él es también propietario de Argia, firma que nace en el año 1988, y cuenta con una plantilla estable de 130-140 trabajadores, ubicada en el polígono de Mutilva, Entre sus clientes, atiende oficinas de todo tipo, centros escolares y fábricas como Viscofán y Goikoa, del sector alimentario, entre otras muchas.

En empresas, en casos, de muchísimos trabajadores, están interviniendo hasta en las taquillas, una a una, por dentro y por fuera. "Usamos productos específicos para ello, y estamos abordando cualquier tipo de microorganismo, batería, hongos, virus€ tratamos todo el abanico, de manera que nuestro cliente quede totalmente desinfectado". Las taquillas son un ejemplo, pero se afanan en cualquier detalle del centro de trabajo que haya estado en contacto con el trabajador: "Las manillas de la puerta, el interruptor de la luz, los botones del teléfono, las teclas del ordenador, la mesa de trabajo, el reposabrazos de la silla€". Si se trata de los utensilios más personales, los trabajadores de Argia suelen dejar "unas pistolas de producto para que ellos mismos puedan hacerse su propia limpieza".

Cuando, como les está ocurriendo estos días, se ha detectado un foco (esta vez de COVID-19) en una empresa, es decir, algún contagio de trabajadores, Argia realiza un tratamiento de choque. Primero se usa hipoclorito, la lejía de toda la vida (diluida en una proporción del 10%), que sigue siendo "un desinfectante maravilloso" y su actuación es muy rápida. Sin embargo, por su fuerte olor, en tratamientos de continuidad es sustituida por otros productos como fungicidas, bactericidas y virucidas. "En una proporción del 2,5% o el 3% diluidos en agua, son igual de efectivos que la lejía", aunque varían los tiempo, explica Ruiz. Es decir, un bactericida actúa en 1 minuto, un fungicida en 3, mientras que los virucidas requieren un tiempo de "al menos quince minutos" para hacer su trabajo, matar al bicho. Alfonso Ruiz precisa que "en la industria alimentaria, trabajamos con espuma, y debemos dejarla 15 minutos como mínimo en contacto con la superficie de trabajo". Pero esto "no crea una película protectora", por lo que de forma habitual y ante la posibilidad de nuevos contagios, hay que volver a actuar.

Estos días, empresas como Argia están funcionando a tres turnos de 8 horas para cubrir todo el día, con trabajadores que exponen su salud para garantizar la de los demás: "Llevan equipos de usar y tirar, guantes, máscaras y gafas", y en una hora una persona puede desinfectar una habitación de 100 m2. Para comprobar que la asepsia es total, aplican unas esponjas en determinados puntos (tipo unos palos de helado) "y se meten en unos contrastes, que te informan". El precio de la intervención es de 1,30 euros el metro cúbico.

Hasta ahora, la Listeria monocytogenes y la salmonella eran las bacterias más perseguidas por el equipo de Argia. Ahora, su caballo de batalla es el coronavirus, del que, afortunadamente, no ha habido contagios en la plantilla. "Esta crisis debe hacernos reflexionar en el aseo personal, pero además tiene que servir para que se pongan normativas más estrictas en higiene, y sobre todo en la alimentaria".

El poder del ozono. Además de la limpieza con aspersores y pistolas virucidas, empresas como Argia ofrecen tratamientos de ozono, que al ser un gas permite actuar en todos los rincones. "Llevamos una máquina más pequeña que una lavadora, que emite el gas, y en dos o tres horas puede desinfectar y depurar un espacio de 500 metros cuadrados: "Es el gran desconocido, pero tiene altas cualidades antibactericidas y purificadoras".

"Esto debe servir para que se pongan normativas más estrictas en higiene"

Limpieas Argia SL