Con tomatico, piperrada o sangrecilla. En fritada, con salsa de piquillos o solo, sin acompañantes ni aditivos. El relleno admite todo tipo de recetas y es tan nuestro, tan navarro, que tiene -como tantos otros manjares en otros tantos lugares- cofradía propia. Una que ha regresado este domingo a Villava tras dos años de parón con una fiesta por todo lo alto para recordar que siguen con muchas ganas de dar a conocer y poner en valor esta morcilla blanca que, antaño, se comía siempre como entremés en las fiestas patronales de los pueblos. Y para dejar claro, eso sí, que aunque es propio de la Cuenca de Pamplona se puede disfrutar en cualquier sitio... y en cualquier momento.

Ha servido este domingo para reponer fuerzas en una jornada un tanto gélida, aunque el clima no ha amedrentado a cerca de cien personas que se han acercado a Atarrabia para conmemorar el capítulo XV de la Cofradía del Relleno de Navarra. Ha sido la anfitriona entre otros 19 grupos homólogos que han acudido desde diferentes partes del Estado e incluso desde Francia, cada uno en nombre de su correspondiente especialidad gastronómica.

"Nos tocaría celebrar el capítulo XVII, después de dos años se ha notado el parón y nos hacía falta salir, teníamos ganas. Yo estaba decidida porque un tercer año es demasiado y sería muy difícil volver a retomar la actividad. Somos mayores...", ha bromeado Mari Jose Nicolay, la presidenta. No ha querido decir su edad, sin perder la sonrisa, pero lo cierto es que echan en falta ese relevo generacional. "Tienen que venir los jóvenes, que se animen. Que se apunten a estas cosas", ha dicho, elegante, con la capa poblada de pins y enseñas de un buen puñado de cofradías. Luciendo con orgullo la medalla de la suya.

Fundada por mujeres

Y es que ella ha estado desde la creación de esta entidad en 2004. Presidenta desde 2013, asume que la de Villava es especial: "La fundaron siete mujeres, muy activas en Villava y en los temas sociales. Fueron unas pioneras, antes (y todavía hoy en algunas) en las sociedades sólo había hombres. Aquí nosotras hemos estado desde el origen", ha apuntado.

Desde entonces llevan la exaltación del relleno allá a donde van para defender la historia, la tradición y la forma de hacer el producto que ensalzan, además de establecer lazos con hermandades de otras regiones. Por eso volver a verse y celebrar, casi como antes, ha sido algo muy especial.

Esther Monreal cocina el relleno en La Cachopería.

"Es un acto entrañable porque supone arrancar. Volver a empezar después de dos años es cumplir con el significado de la propia palabra 'cofradía', con lo que es una hermandad. Y nos va a ser difícil, este tiempo ha pasado factura y nos parece importantísimo que en Villava hayan retomado esta cita porque hay que seguir viniendo y el producto se tiene que conocer, tiene que seguir llegando a la gente. Han venido desde muchos lugares y ha sido todo un un éxito", ha reconocido Carlos Guardado, de la Cofradía de los platos de oro de Madrid.

Recibimiento y desfile

La fiesta ha comenzado en el Albergue-Cachopería, con el recibimiento a las autoridades, cofradías y demás invitados, con un aperitivo -como no podía ser menos- para entrar en calor. A las 11.30 horas han salido en comitiva acompañados por dantzaris y txistularis recorriendo las calles de Atarrabia despertando la curiosidad de vecinas y vecinos, además de alguna que otra sonrisa mientras sonaban A Pamplona hemos de ir y Ánimo pues, entre otras perlas, que siempre recuerdan a buenos tiempos. A Sanfermines, a fiesta, a celebración y, por supuesto, a buen comer.

Los gaiteros de Villava han amenizado la jornada.

En la Casa de Cultura se ha celebrado el solemne acto de entronación y numeración de Cofrades de Honor, de Número, y el acto de juramento. Este año los honores han recaído sobre Itziar Gómez, consejera de Desarrollo Rural y Medio Ambiente del Gobierno de Navarra; David Yárnoz, chef del Molino de Urdániz (tres estrellas Michelín); Alberto Undiano, exárbitro de fútbol; y el grupo artístico musical Zorongo, que cuenta con dos hermanos de Villava. Han sido los encargados, junto a la coral San Andrés, de poner la guinda al evento.

Los nuevos Cofrades de Honor, a las puertas de la Casa de Cultura de Villava.

Los nuevos Cofrades de Honor se han mostrado contentos con el reconocimiento, y es que tal y como ha explicado Itziar Gómez, "más que cofrade de honor, es el honor de ser cofrade. Sobre todo de un producto tan exquisito y que nos singulariza, un producto de éxito". A ella como más le gusta es "con tomate y sangrecilla", confiesa, porque lo asocia a su madre. "Tengo media familia guipuzcoana y cada vez que vienen les pongo relleno con tomate, porque no lo conocen. Cuando estudiaba en Donosti siempre les llevaba porque a todo el mundo le chiflaba", ha dicho.