Una cría de ardilla se ha convertido en el animal más popular del Palacio Uranga de Burlada. El pequeño ejemplar de roedor se acerca sin miedo a los humanos que pasean por el parque municipal y no tiene inconveniente en posar para todo aquel que lo quiera fotografiar. En su hábitat natural, las ardillas son reconocidas por ser animales curiosos, audaces y muy intuitivos ante las posibles fuentes de peligro, aunque el contacto con humanos los puede hacer más confiados, como sucede en este caso.

SABER MÁS Las ardillas colonizan Pamplona

La presencia de la ardilla roja (Sciurus vulgaris) es cada vez más frecuente en Pamplona y su comarca. Según los expertos, gana terreno poco a poco saltando desde la comarca, donde no era extraño toparse con ella a orillas del río en Huarte, Villava o Burlada, para instalarse también en la capital navarra, es decir, que las ardillas están utilizando el corredor del río Arga para expandirse.

Estos mamíferos, que están protegidos en Europa occidental desde finales de los 70, se encuentran entre los grupos de roedores más interesantes por su comportamiento ante diversas situaciones y se han asentado en numerosos enclaves urbanos y periurbanos, como ocurre en Navarra, alcanzando a menudo mayores densidades que en el medio natural

Una ardilla juega con los visitantes en los jardines del Palacio Uranga

Una ardilla juega con los visitantes en los jardines del Palacio Uranga

Existen muchas especies de ardillas, unas 300, y múltiples subespecies), todas incluidas dentro de la familia Sciuridae del orden Rodentia. Este grupo de roedores es el segundo más diverso después de las ratas y ratones. Sus hábitos de vida son muy variados, pues existen ardillas principalmente terrestres como las listadas, arbóreas e incluso hay un grupo que son capaces de planear (ardillas de la tribu Pteromyini).

Una ardilla curiosa juega con los paseantes en los jardines del Palacio Uranga

Una ardilla curiosa juega con los paseantes en los jardines del Palacio Uranga

En cautiverio, las ardillas deben ser adiestradas para evitar comportamientos de huida o mostrarse agresivas ante el contacto con el ser humano. Tras adaptarse y formar lazos con los cuidadores, se convierten en mascotas muy cariñosas y divertidas, como sucede con el pequeño ejemplar de Burlada. Tanto en la naturaleza como en cautiverio demuestran una gran inteligencia. Son roedores muy limpios, siempre se están acicalando y limpiando su pelaje, aunque no por ello están exentas de peligros.

Además de inquietas, son ruidosas. Chillan y corretean, y pueden llegar a morderte si están de mal humor o en época de hibernación, así que por muy simpática que sea la ardilla del Parque Uranga conviene, especialmente los niños, no poner los dedos a alcance de su boca.

A pesar de que en vida silvestre no confían en los humanos, en cautiverio o regímenes similares suelen adaptarse rápido a la presencia y atenciones de los cuidadores y los humanos. Si se mantienen en recintos, suelen ser muy activas, juguetonas y mostrar hasta cariño hacia sus cuidadores, sean profesionales o espontáneos, como ocurre en el parque municipal burladés, donde ya hay personas que acuden para proveerle de alimento y diversión.