- La puesta en práctica del proyecto de innovación social de recuperación de la práctica del espigamiento Buruxka ha cambiado la visión de los productos desechados por las explotaciones navarras. Un proyecto promovido en buena parte por el Ayuntamiento de Yerri por el que se recogen los productos restantes después de las cosechas para donarlos a distintas asociaciones solidarias.

Una experiencia que ahora ha quedado anotada en la obra Reflexión sobre las pérdidas de alimentos en el sector primario en Navarra. Un documento que recoge datos como que en 2019 en Navarra se retiraron 995 toneladas de alimentos por cuestiones de mercado. Un dato que choca con el cosechado por el proyecto Buruxka en Tierra Estella que puso en marcha un total de nueve espigamientos durante 2020, de los que se extrajeron un total de 2.800 kg de alimentos recogidos y distribuidos a entidades sociales.

Uno de los datos más llamativos es que esta iniciativa ha involucrado a un total de 76 personas voluntarias cuyo trabajo fue canalizado hacia siete entidades sociales receptoras que lo repartieron entre 400 familias necesitadas.

Estas tareas de espigamiento se realizaron sobre siete tipos de alimentos: cebolla, uva, tomate, pimiento, almendrucos, manzana y borraja. El estudio estima que con esta recogida de los restos de las explotaciones se ha conseguido un hito ecológico ya que se han evitado la emisión de 2,01 toneladas de emisiones de CO2, al mismo tiempo que se han ahorrado 1,66 millones de litros de agua.

A pesar de que muchos de los productores no reparan en las consecuencias de la pérdida de parte de su producción, el estudio indica que cada año es mayor el porcentaje de los agricultores que ven que este desperdicio es un problema importante a solucionar. Así indicaron que actualmente cerca del 60% de los productores está preocupado por el sobrante de sus cosechas.

El estudio también señalaba que a los productores consultados les resulta difícil realizar una estimación de las pérdidas de alimentos anuales en sus campos, puesto que difiere de manera notable según el año, el producto, las circunstancias del cultivo y la cosecha. En producciones pequeñas las pérdidas estimadas son prácticamente nulas, mientras que en productos más perecederos y con mayor superficie de cultivo la estimación de pérdidas en el campo puede llegar hasta el 30%.