l domingo pasado hubiera cumplido 92 años el galardonado más joven del Premio Nobel de la Paz en 1964, como reconocimiento a su lucha no violenta en contra de los prejuicios raciales en los Estados Unidos. Como Mujer progresista, creo en la necesidad de rememorar a Martin Luther King. Nos obliga a poner el foco en el etnocentrismo racial, que supone creer que la etnia a la que uno pertenece es superior a las demás por razones biológicas, y considerando al resto como inferiores. Esta es una forma de validar pensamientos clasistas, xenófobos, racistas o discriminatorios. El etnocentrismo incorporado a nuestra conciencia colectiva actual es el eurocentrismo, como valores culturales y sociales dominantes, la vieja Europa era el patrón o modelo universal a seguir, de forma consiente como lo promueve la ultraderecha o de forma inconsciente, como lo diría Martin Luther King: “Lo preocupante no es la perversidad de los malvados sino la indiferencia de los buenos”. Las fórmulas aplicadas por el liderazgo eurocéntrico fueron el colonialismo, el imperialismo, y llegar al capitalismo, como sistema más avanzado de control hegemónico, ya no controlado por el Estado, sino por un grupo en el que se concentra el capital. Esta visión partió de la vieja Europa y arraigó en todo el mundo, reproduciendo sus desigualdades sociales y creando nuevas como el esclavismo, por lo que Martin Luther King, decía: “La libertad nunca es voluntariamente otorgada por el opresor; debe ser exigida por el que está siendo oprimido”. Él planteaba como método activo de protesta las tácticas pacifistas de Gandhi, y obligaba a reflexionar sobre el dolor y la vergüenza del racismo y la segregación racial, que no se quedaba en la sola denuncia o queja. Su lucha por los Derechos Humanos, contra la discriminación y el racismo, también se puede aplicar para combatir la xenofobia, el clasismo y al fascismo. En sus discursos hacía pedagogía, educaba a las sociedades en la necesidad de entender que la defensa de la igualdad de todas las personas era un derecho en el que todos debíamos comprometernos. Éste era el pensamiento y principios que guiaban a Martin Luther King, y que comparto: desobediencia civil y no violencia, el pueblo tenía el derecho legítimo a desobedecer las leyes que considere injustas o ilegales, a través de métodos pacíficos pero constantes y activos. Igualdad, libertad y orgullo racial. La defensa de las tradiciones y las libertades raciales por encima de todo exigían un trato justo y equitativo para todos. Pacifismo y compromiso social. La lucha por la paz y las reivindicaciones sociales era clave en la tarea y era una motivación que todo el mundo debe abrazar. Consideramos importante compartir hoy lo que él proponía como eje de la movilización de la gente, para que dejaran de quejarse y empezaran a actuar, en la medida de las posibilidades de cada uno, para buscar la transformación hacia una sociedad más diversa, inclusiva, igualitaria, tolerante, que respete y proteja todos los Derechos Humanos.

La autora es Magdalena Hernández (Concejala de Derechos Sociales de Estella-Lizarra