Jon y Leire son una pareja cualquiera. Dos adolescentes que quedan, por primera vez, después del instituto. ¿De qué podrían hablar en su primera cita? Tal vez de gustos musicales. De viajes, de su familia o de sus planes de futuro. Si, meses más tarde, él le pide a ella que renuncie a sus clases de baile, a su espacio, ¿ella diría que no? ¿Cedería? Si él le exige que deje de ver a su mejor amigo, o que no vaya al cine con sus amigas; si le pide el móvil y lo hace añicos en un ataque de ira; si le grita y le levanta la mano... Si uno pudiera cambiar el guión de esa relación, modificarlo a su antojo, seguramente evitaría esas escenas de celos. Suprimiría el chantaje emocional y el control, la espiral de violencia que se va intensificando poco a poco en una especie de escalera que va siempre hacia arriba y conduce, además, a un único punto. Pero desde el principio, la historia de la violencia de género se puede cambiar. Sólo hay que saber cómo.

La clave la tienen las pamplonesas Nerea Elso Urzaiz, integradora social, y Viki Gracia Narvaiz, educadora social, que desde hace un par de años impulsan a través de Galkidea -sucentro de acompañamiento a familias- una metodología pionera en Navarra. Se trata de un marco nuevo de intervención en escolares que aúna psicología y teatro para abordar situaciones conflictivas, un programa que, en euskera y castellano, ha recalado ya en Olite, Berriozar, Ansoáin, Zizur, Altsasua, Villava, Cintruénigo, Tafalla o Etxarri. En todos ellos ha cosechado una acogida "muy positiva, tanto por el alumnado como por el personal docente", revelan las promotoras. La semana pasada hizo lo propio en Noáin aunque, ciertamente, cuesta describir todo lo que remueve sobre las tablas porque el proyecto va más allá de una simple obra de teatro.

Leire (Adriana Salvo) y Jon (Xabi López e Iñigo Aranbarri) son una actriz y dos actores que, en el escenario, representan esa relación tóxica, una en la que se van sucediendo escenas de violencia con diferente intensidad, de menos a más. Los adolescentes, que son también espectadores, pueden intervenir y cambiar el rumbo de la historia, interrumpida de vez en cuando por la educadora para hacerles reflexionar. Viki va preguntando al público cómo se siente, qué piensa sobre lo que ha ocurrido, si cambiaría algo€ Y los alumnos y alumnas van modificando el guión, volviéndolo sano, reflexionando sobre lo que harían y metiéndose en el papel, porque incluso suben al escenario: ellos son los protagonistas del cambio. Dueños de su propia historia.

Nerea Elso y Viki Gracia, del centro de acompañamiento a familias Galkidea. Foto: Cascante

Consiguen así investigar en los personajes y en ellos mismos, buscando en su interior las herramientas necesarias para avanzar en la historia mientras se crea un espacio en el que se sienten identificados porque son temas que forman parte de su día a día. Los roles que cada miembro de la pareja asume, la responsabilidad de cada uno y cada una en la relación, las etapas del ciclo de la violencia de género y todas aquellas cuestiones que plantea el propio alumnado van subiendo poco a poco al escenario como un personaje más en un proyecto que ofrece herramientas de apoyo a la educación para la igualdad, favoreciendo nuevos modelos de relación entre chicos y chicas. Una herramienta que, tal y como valoran las promotoras, "les levanta de la silla" invitándoles "a hacer y a sentir". Y que nada tiene que ver con una charla, una clase o una dinámica pasiva. Tal vez por eso funciona.

AUNAR CAMPOS

Tanto Nerea como Viki se formaron hace tres años en Sevilla con la asociación Ponte en la herramienta PIBE (psicoterapia integrativa basada en escenas), un modelo de trabajo que aúna la intervención psicológica con las técnicas teatrales para resolver conflictos en el ámbito de la intervención grupal. "El objetivo es, sobre todo, aterrizar la teoría. Y llegar a las tripas, a lo que les toca, que sepan que a ellos y a ellas les puede pasar y trabajar sobre lo que pueden hacer para que sus relaciones sean más sanas", explica Viki, que asume que vivimos un momento "muy contradictorio, hay mucha información sobre violencia y desigualdad pero también mucha desinformación a través de los medios de comunicación y las redes sociales, que muestran estereotipos de género muy dañinos para los y las adolescentes", valora.

Los y las escolares suben a escena y participan guiados por la educadora. Foto: I. Porto

Las especialistas agradecen a la Red de Teatros de Navarra "Ohaltzara salto a escena" la promoción en los institutos de Navarra del programa 'Actúa y crea tu propia historia', como ha sido bautizada la iniciativa. Normalmente se ponen en contacto con las APYMAS o con las técnicas de Igualdad de los diferentes ayuntamientos para trabajar con alumnos y alumnas de 4º de la ESO y Bachillerato, saben que la manera de llegar hasta ellos es hablar en su idioma, ponerse en su lugar. "Y ofrecerles un espacio de libre expresión en el que puedan decir no lo políticamente correcto si no lo que sienten en un momento dado. Es un espacio respetuoso a lo que ellos y ellas piensen. Si no lo dicen no podemos hacer nada, desde el postureo no podemos trabajar", reconocen. Y salen cosas, porque las sesiones también les han servido para detectar casos.

-¿Qué le pasa a Jon?- pregunta Viki sobre el escenario.

-"Está claro que intenta que Leire sea de su propiedad -intervienen los alumnos, participativos-. Tiene celos".

-¿Es normal sentir celos? ¿Sentir rabia es malo? ¿O alegría? "Las emociones están ahí, la cosa es saber qué hacer con ellas. Localizarlas y ponerles palabras para tenerlas colocadas".

Cuando la obra termina, los adolescentes tienen un espacio para la reflexión. Para preguntar y para aportar. Dicen las expertas que cuando se ponen en el papel de alguien vulnerable, se abren mucho más. "Es muy distinto lo que los adultos queremos que vean a lo que ellos y ellas ven: hay que ponerse al nivel de lo que ellos ven y sienten, y cómo lo sienten. Todos tienen sus miedos, sus emociones y sus inseguridades. Y se saben la teoría, pero queremos que nos hablen de su verdad, de lo que les pasa, a cada uno y a cada una, en su lenguaje. Y que puedan entrenarlo desde el juego", explica Nerea.

Sentados en la butaca lo tienen claro pero cuando se suben al escenario se dan cuenta de que es difícil. De que a veces no tienen herramientas. "Pero les resulta muy divertido participar, y hay un nivel de reflexión y de integrar todo lo que está pasando que es bestial. No ponen dificultades para salir al escenario, les gusta porque se meten en el personaje, no se les juzga a ellos. Y están en un espacio seguro en el que hagan lo que hagan, estará bien. Se quedan con ganas de más", confiesa, y avanza que están estudiando ampliar la iniciativa y acudir después al aula para seguir trabajando con los alumnos y alumnas. "En dos horas y media aparece un adolescente que normalmente no cuenta nada a nadie y, de repente, después del teatro, se acerca y te cuenta. Es algo que les llega y que conecta con ellos. Se trata de ir sembrando".

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  • La iniciativa - A modo de taller participativo, permite que los adolescentes intervengan y modifiquen el guión, reflexionando sobre lo que sucede.
  • El método - La asociación Ponte, de Sevilla, con Antonio Reina, impartió formación para Galkidea sobre el método PIBE, que aúna la intervención psicológica con las técnicas teatrales para resolver conflictos. Charo Sanchez, de "Haztuaccion", es pionera en la materia.