Los gigantes de fuego, los zaldikos, el oso Margarito, la serpiente Aitatxarta... Tras dos años sumida en la gris pandemia, el Casco Viejo de Pamplona recuperó el color y la alegría y volvió a celebrar una de esas fechas marcadas en rojo en el calendario: Caldereros. El cortejo de zíngaros -ataviado con sartenes y cucharas-, las dantzas y la música anunciaron a bombo y platillo la llegada del Carnaval, previsto para la semana que viene.

A las 11.30 horas, el grupo de dantzas Iruña Taldea realizaron una kalejira festiva -protagonizada por 12 zaldikos y músicos- que empezó en San Lorenzo y recorrió las calles Mayor, Eslava, San Miguel y San Nicolás, donde bailaron varias piezas de las animalien dantzak.

De ahí se dirigieron por Zapatería a la Plaza Consistorial, donde se juntaron con los gigantes de fuego y la Cofradía de los Danzantes de San Lorenzo, que entraron bailando y haciendo sonar sus castañuelas por Mercaderes.

Eran las 12:30 y se vivió el momento álgido de la jornada. Los gigantes de fuego, Lancelot y Doña Graciosa de Arazuri, bailaron con bengalas encendidas en sus hombros; los Danzantes de San Lorenzo representaron la arku dantza (danza del arco) y los 12 zaldikos de Iruña Taldea interpretaron tres animalien dantzak (danzas de los animales) delante de la fachada del Ayuntamiento.

Se trató de una actuación emotiva -había ganas de volver a bailar en la calle y sentir el calor del público- e histórica -por primera vez los Danzantes de San Lorenzo contaron con representación femenina-. En concreto, ayer bailaron tres mujeres: Estitxu Rekalde, Noemí Checa y Cristina Valencia.

"Ha ido muy bien, al principio con nervios, pero ahora muy bien porque ya hemos cogido soltura y muy bien", aseguró Estitxu, dantzari desde agosto que se estrenó ayer a lo grande. "Estamos haciendo camino para que entre más gente nueva y esto no se pierda y se mantenga el grupo", destacó Cristina.

La agrupación goza de buena salud ya que en este 2022 se han incorporado otros cinco nuevos dantzaris, dos mujeres, que suman dieciséis en total. "Hemos abierto la oportunidad de entrar en el grupo a gente que no necesariamente es del mundo de la danza, pero que le gusta bailar", señaló Ricardo Urtasun, miembro de los Danzantes de San Lorenzo.

"No ponemos límites de edad, aquí puede venir quien le apetezca. Luego, claro está, se irá viendo si va aprendiendo los bailes... ", opinó Ricardo, Eso sí, añadió que las últimas incorporaciones iban a contribuir a mantener vivo el grupo: "O nos abrimos o desaparecemos", avanzó tajantemente.

La Cofradía de los Danzantes de San Lorenzo se gestó a finales de los 90 de la mano de Jesús Pomares y ocho antiguos dantzaris de Duguna, Iruña Taldea, Ortzadar y el grupo municipal del Consistorio. Este año es especial para la agrupación cultural no solo por volver a bailar en la calle tras dos años de parón, sino, sobre todo, porque por San Saturnino celebrarán su 25 aniversario. De los fundadores en 1997 todavía continúan en activo Jesús Urdániz y Javier Ágreda.

El ambiente no decayó en todo el día por las calles del Casco Viejo y a las 18.30 horas la fanfarre de Iruña Taldea realizaró su tradicional desfile de Caldereros, acompañado por el cortejo de zíngaros, desde San Lorenzo hasta Navarrería

El origen de los Caldereros, una fiesta que pretende emular a las comunidades gitanas que vendían sus productos por Carnaval o arreglaban los calderos, se remonta a 1993. Ese año, una cuadrilla de amigos de Iruña Taldea salió de fiesta y se disfrazó de zíngaros y de caldereros el sábado anterior al carnaval.

Aquella experiencia gustó y en 1994 repitieron la fiesta pero de una manera mucho más organizada. El éxito de la convocatoria fue total y dio pie a la Asociación de Caldereros, promotora de una fiesta que ya es tradición en la ciudad.

La vestimenta de esta festividad es muy característica y llamativa: ropa muy floreada con faldas, chalecos y muchos collares. Las mujeres suelen llevar una falda larga con flores, una blusa de colores vistosos, un pañuelo en la cabeza y monedas colgando. Los hombres visten un pantalón, una blusa y una chaqueta americana. Ambos llevan una satén y una cuchara de palo en las manos para hacer ruido