Han pasado dos años desde que se sumergiera en una reforma, pero al bar Lanbroa al fin le ha llegado el momento de celebrar que ha vuelto. "Queríamos hacerlo cuando estuvieran abiertas las barras", explica Agustín Errasti, al frente desde 2008 de este mítico local de la calle Descalzos del Casco Viejo de Iruña.

Desde que Errasti tomó las riendas del bar que tiempo atrás se llamó Galicia, adoptó un cambio de rumbo con dos puntales. Por un lado, el gastronómico y sus famosas tostadas; y por otro, el artístico con las exposiciones de artistas locales que acoge y que rotan cada mes. Haciendo del Lanbroa uno de esos locales que ofrecen mucho en pocos metros cuadrados.

El 8 de enero del 2020 el negocio se sumergió en una reforma total. La aparición de la pandemia dio de lleno dio de lleno a la obra, aplazando su reapertura hasta julio del 2020. Y desde entonces, todas y cada una de las medidas restrictivas de la hostelería han ido postergando una celebración, que finalmente ha podido producirse.

Para su estrenar su nueva imagen, Labroa le ha dado una vuelta a sus exposiciones, congregando a 18 artistas, y además amigas y amigos, para un proyecto muy especial. Le han llamado tostAtarte en el Lanbroa / txigortuArte Lanbroan. "Salió directamente de ellas y ellos (artistas), que propusieron hacer una interpretación de cada una de las tostadas que tenemos en la carta", expresa Errasti. Y cada una de las obras tiene un padre o una madre: las hay acrílicas, dibujos, fotografías, collages, ilustraciones... todo para adornar las paredes del coqueto comedor.

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Camino propio

Agustín Errasti, arrasatearra, se instaló en Pamplona hace 25 años y llegó a la hostelería por casualidad. Promovió la creación de la empresa de deportes en la naturaleza Nattura, ahora en activo en la zona de Lumbier. "Pero llegó la crisis del 2008 y me tocó reinventarme. Empecé a trabajar aquí para otra persona y terminé quedándome el negocio", sintetiza Errasti.

El Lanbroa que heredó, poco a poco, se ha ido transformando en un bar con una personalidad propia, dejando el mundo del poteo y la noche, para transformarse en un bar-restaurante con una atmósfera calmada y donde de fondo suena suave el jazz. "He querido plasmar un poco mi forma de ser", explica Agustín Errasti.

Este tiempo de cambio también ha significado crecimiento. "Somos prácticamente el mismo equipo de cinco personas desde hace cuatro años", refleja Errasti, nombrando a los cocineros Alejandro Peláez y Javier Barrasa, y a Idoia Elarre y Eneko Palomo, que junto a él atienden la barra y el pequeño comedor de la calle Descalzos.

Una carta cada dos meses

Obligados por los cierres nocturnos de los bares y restaurantes de estos últimos dos años, Lanbroa tuvo que cambiar de dinámica. "Alejandro me dijo a ver por qué no probábamos a ofrecer un menú porque ya no se podían dar cenas", dice Errasti. La carta que elaboró Lanbroa tiene la firma de Peláez. Un menú con tres platos (primero, segundo y tercero) por 13 euros, y si se añade el postre, 15 euros. Pero además, es una carta cambiante, que se renueva cada dos meses. "Para nosotros y para los clientes es más divertido", coinciden Errasti y Peláez.

En cuestión de meses, la oferta de Lanbroa se ha hecho hueco en Iruña. Los 15 platos que se pueden pedir hasta abril tienen una inspiración asiática, desde Japón, a China, Tailandia o Vietnam, pero también unida a alimentos propios de Navarra. "Por el precio del menú priorizamos el producto humilde, barato, como cualquiera que se puedan permitir los vecinos del barrio".

Todas creaciones, defiende Peláez, "son cosas que he aprendido y que he visto en mis viajes", afirma Pelaez, añadiendo que la idea de ofrecer tres platos y un postre busca multiplicar las opciones para probar y compartir entre comensales.

Recientemente, la gastronomía de Lanbroa ha sido incluida en la guía Repsol. "Pero lo realmente gratificante es que cada vez venga más gente y que sigamos llenando este comedor de 30 sillas", concluye Errasti.