De primeras, casi siempre, está ese rechazo a la tecnología. Que si "la odio", el "no tengo ni idea" o "la tablet y el ordenador, mejor lejos". Y más peligroso todavía, un "que yo no valgo para estas cosas", "soy muy tonta para esto" o "no voy a ser capaz". El miedo a que se rompa. El no tocar. El estarse quieta. Esa es la mochila con la que llegan pero se van, también cargadas, con otra muy diferente: una versión mejorada de ellas mismas, colmada de autonomía, de empoderamiento y de saber hacer. Para eso nunca es tarde y en el centro Ematic de Pamplona llevan 25 años acercando las nuevas tecnologías a las mujeres mayores, en un recurso pionero a nivel estatal por el que pasan al año más de mil personas y que consigue no sólo reducir la brecha de género, también la digital, en un contexto en el que la edad es y ha sido siempre un factor importante.

"Yo usaba el ordenador para mirar el tiempo y leer el periódico, poco más. En el trabajo siempre estaba llamando a Gari, el informático", recuerda Irene Vila, a punto de cumplir los 71. Cuenta, risueña y dicharachera, que antes de ser usuaria -se apunta a todos los cursos desde que se jubiló- pensaba que "la nube" era una nube real y que el Zoom de las reuniones (el programa para hacerlas de manera telemática) era el mismo que el de la cámara de fotos. "Mi hijo se maneja, pero le da a la tecla y no te enteras de nada. Sabiendo un poco cómo funciona un ordenador y leyendo, con tranquilidad, al final puedes hacer infinidad de cosas que no sabes lo bien que te van a venir", explica.

Como, por ejemplo, un carnet para su marido, que "es un enamorado de la bici. Y se siente muy joven pero tenía que hacerse un seguro", bromea. Lo dice mientras enseña, orgullosa, el documento en una tarjeta, el último trabajo que ha realizado gracias a lo que ha ido aprendiendo en los cursos. "Lo he plastificado y todo. Y eso que empecé de cero, como si fuera chino. Sin tener ni idea, como casi todas las que venimos. Tengo un subidón cada vez que hago algo€", confiesa. Ahora entre sus amigas es la que mejor maneja el bizum y, aunque no le gusta lo de comprar por internet, ha perdido el miedo a meterse en la cuenta del banco a través de la aplicación.

También Carmen Goldáraz asume que aprender por una misma "es todo un mundo. La gente tiene que tener mucha paciencia. Una vez vale, la segunda€ Pero a la tercera te dicen: 'Ya te lo hago yo'. Y ahí no aprendes. Estar siempre incordiando, depender de otros, no es muy agradable", asume. Con 62 años, hace ya tres que se apuntó a los cursos "por necesidad. Las tecnologías y yo no nos llevamos muy bien, pero estaba realizando unos estudios, tenía que hacer una tesis y no tenía ordenador en casa. Fue la oportunidad para empezar, y una vez que me puse quise saber más y me apunté a los cursos".

Al principio, revela, le daba bastante miedo "porque no sabía nada, no tenía ni idea y pensaba que iba a ser terrible. Pero es lo contrario: vienes aquí con miedo y resulta que luego todo es más fácil, te resuelven dudas€ Las profesoras tienen mucha paciencia, y para mí ha sido una manera de poder comunicarme, de entender y ver cosas que antes no sabía. A cierta edad, que igual has estudiado hace muchos años, pierdes la costumbre. Aquí vienes y se facilita mucho esa toma de contacto con el aprendizaje, y la posibilidad de aprender aunque te parezca que no puedes es muy importante", reconoce.

Un centro consolidado

Ematic abrió sus puertas en 1997 coincidiendo con el inicio de las políticas de Igualdad en el Ayuntamiento de Iruña, una apuesta innovadora para la época que hoy en día se sigue consolidando. "Está muy imbricado en la ciudad, para muchas mujeres Pamplona no se concibe sin este centro", valora Vanesa Eguiluz, técnica de Igualdad del Consistorio, que asume que la de este servicio ha sido una apuesta permanente en el tiempo "a pesar de que pueda parecer que ya está solucionado o que todo el mundo tiene acceso a internet, se siguen detectando necesidades y se sigue trabajando en ellas".

Porque, como todo, también la brecha digital ha ido evolucionando a lo largo de estos 25 años, primero por la dificultad del acceso a los sistemas informáticos (antes en muchos hogares no había internet), y después por los usos, ya que comenzaron a impartir cursos sobre Word, Excel o el correo electrónico, y ahora el abanico es mucho más amplio.

"El centro se ha ido adaptando a los cambios, siempre con la perspectiva de formación y asesoramiento individualizados y conforme a las necesidades de las mujeres en la época a la que pertenecen", señala Eguiluz. Y es que han pasado por esta instalación de la calle Compañía miles de mujeres que se han capacitado, "vienen a un curso y luego se les mete el gusanillo y quieren aprender más. Se abre otro mundo de posibilidades y ese es también el objetivo".

20 cursos diferentes

Irantzu López y Yolanda Guergué se encargan de impartir hasta 20 cursos repartidos en cuatro programaciones, por trimestres. Para mayores de 60 años -como Aprende a utilizar el smartphone, la tablet, el Windows o Ejercita tu mente-; y también para mujeres sin distinción de edad, sobre Aplicaciones útiles para llevar en el móvil, Aprende a gestionar tus fotos con Google Photos, trabajar con archivos en la nube (Google Drive, Dropbox) y en el ordenador o Edición de fotos y vídeo.

Se imparten en la sala de formación, que cuenta con 12 ordenadores, aunque disponen también de una sala de reuniones y otra de uso libre, con seis ordenadores más que se pueden utilizar para diferentes demandas. "Internet es casi un derecho ciudadano pero luego el acceso no es tal, porque no todo el mundo puede asumir la cuota, el mantenimiento o el coste del equipo. Hay que compaginar ese acceso a la información, el acceso a internet, con ofrecer a todas las mujeres esa posibilidad. También a mujeres en riesgo de pobreza o exclusión porque, si no, se siguen quedando fuera", valora López.

No han parado durante la pandemia, "se han realizado cursos online, con 20 plazas, y se han utilizado las salas con aforo reducido. Hemos seguido activas", explica. Abren de lunes a sábado y una vez al mes realizan también tutorías en función de las demandas y las dudas que les vayan trasladando las usuarias. "Este trimestre hemos hablado sobre Wikiloc, porque nos preguntaban mucho. También pasar fotos del móvil al ordenador es la tutoría estrella", explica la profesora.

Aunque reconoce que, sin duda, el curso más reclamado es el de Certificado digital y trámites online, "hay muchísima demanda. La pandemia ha hecho que ya casi nada sea presencial, todo son instancias electrónicas, pero si la Administración obliga a que la gente se digitalice, a hacer trámites electrónicos, también tiene que ofrecer herramientas para que puedan hacerlo. Dar respuesta para que nadie se quede atrás porque, si no, se genera también una brecha de acceso a recursos, a posibilidades. Una separación a la hora de ejercer derechos ciudadanos", valora Eguiluz.

Precisamente ese empoderamiento, el brindar herramientas y recursos para generar autonomía personal, es lo que fomenta Ematic: "Que una persona sola pueda hacer algo sin tener que pedirle a nadie que le ayude o que lo haga por ella. Porque también hay quien no tiene a ese alguien, quien no tiene un alrededor. ¿Y a dónde acuden, a dónde podrían ir sin este recurso?", señalan.