En 1924 el arranque de las fiestas había restado protagonismo a la guerra de África. Y eso que la prensa daba cuenta aquellos días de las heridas recibidas por varios pamploneses en el frente marroquí. El encierro del día 7 no había registrado percances de gravedad, y la primera corrida, con toros de Veragua, había sido toreada por Chicuelo, Maera y Fuentes Bejarano. Las crónicas dicen que los pamploneses estaban absolutamente sobrepasados por la cantidad de forasteros que habían llegado a Pamplona... Parece que la fotografía se obtuvo por la mañana, y el día había amanecido fresco, pues la gente lleva aún puesta la chaquetica. Predominan las mujeres, que parecen ser las encargadas de llevar a sus criaturas a dar unas vueltas en "los caballicos". Las niñas más jóvenes, por ejemplo las que salen en el centro de la imagen junto con su amatxo, estarán ya a punto de cumplir cien años. Un beso bien grande para ellas...

Foto: Pamplona, mayo de 2022. J.A.S.

Hoy en día la repetición de la fotografía obtenida por don Vicente Istúriz en 1924 está condicionada de manera definitiva por la presencia de los edificios de la calle Amaya, a espaldas del fotógrafo, pero parece evidente la correspondencia del paisaje urbano retratado con el de 1924. El lugar donde estaban los arbolitos está hoy ocupado por unos soberbios plátanos, que dan una sombra muy de agradecer en las calurosas tardes de San Fermín, pero que tan solo dejan vislumbrar la fachada de la plaza.

Hoy en día las barracas no parecen haber encontrado aún su lugar en la fiesta, una ubicación que satisfaga a todas las partes, pero esto no es algo nuevo. Y es que en la historia reciente de San Fermín se han llegado a ubicar en el Ensanche Viejo, en el Rincón de la Aduana, al final de Carlos III, en las traseras del viejo Gayarre antes de su traslado, en la Vuelta del Castillo, frente a Yanguas y Miranda y en otros lugares.