oy no va a ser un día especial en Marcilla, los vecinos no abrirán sus brazos de par en par para recibir a miles de visitantes de diferentes puntos del país y no tocará festejar ni ser un referente del mundo del caballo. Y es que hoy, 12 de octubre, la localidad ribera se queda, resignada, sin su feria, un evento centenario que una pandemia ha borrado del calendario hasta el año que viene. Y es que ya hay constancia de que en Marcilla tienen el privilegio de Feria desde 1602. A pesar del paso de los años, de los vaivenes, los cambios en los Gobiernos, y las muchas piedras en el camino, esta cita, que en su origen se celebraba entre el 8 y el 12 de octubre se ha modernizado y sigue siendo un reclamo para los amantes del mundo del caballo.

Su origen, explicaba Domingo Aguerri Txomin nada tiene que ver con lo que se conoce hoy en día. Y es que nació para la compra venta de ganado, especialmente de caballos aunque también, de terneros y bueyes. “En aquellos años eran una herramienta primordial de trabajo y por eso había tantísimo movimiento; eran los tractores de antes. Ahora se ha masificado pero ya entonces era una feria muy grande, siempre venía muchísima gente. De hecho, en lo que aquí conocemos como las casas baratas, se ponían hileras e hileras de caballo para su venta. También en el castillo había muchísimos ejemplares; se colocaban cuerdas y así se ataban para que la gente los viera”, explicaba el marcillés amante de estos animales y colaborador de la feria. “Mucha gente venía de fuera y tenían que alquilar cuadras para quedarse a dormir aquí porque estamos hablando de cuatro días de feria”, insistía.

“Mi abuelo era agricultor y tenía una yegua; en casa vi nacer potros. Tener un ejemplar en aquellos tiempos para trabajar el campo era un mundo. Después, mi padre siempre me inculcó está afición y ya en el año 1987 me compré una yegua. Desde entonces no he parado de criar”. De hecho, Txomin tiene 25 ejemplares entre caballos, yeguas, potros y ponis: “No he visto a nadie con la ilusión que tenía mi padre Benito por esta feria, y eso que no era marcillés. Solo de pensar en él, me dan más ganas de retomarlo y hacer más cosas”.

Tanto es así que, de acuerdo con Miguel Goñi, edil del Ayuntamiento, “alguna vez, sobre todo cuando irrumpió la maquinaria y los caballos dejaron de ser el pilar básico para trabajar el campo, la feria tuvo un gran parón que se encargó de solventar y reflotar, primero Benito Aguerri y después su hijo Domingo”.

El hecho de no tener feria este año, recalcaba Aguerri, “es una sensación de surrealismo pero era inviable hacer nada, por pequeño que pudiese ser. No puedes decirle a la gente que no venga. Nos quedamos sin el acto estrella”, un sentimiento similar al que mostraba Goñi, que aseguraba que “la decisión de cancelarla estaba clara porque es un día que viene muchísima gente, las ferias son el buque insignia de Marcilla y no puedes hacer algo a medias o no dejando entrar a personas. Es una pena muy grande porque nos quedamos cojos. Al final, las fiestas son año tras año iguales, pero la feria no. No hay una igual a la otra”.

El paso de los años y el descenso en las ventas de caballos hizo que los organizadores tuvieran que darle una vuelta a la situación con el fin de mantener este día y festejo en el calendario. “Lo que ahora conocemos es más bien un espectáculo, una forma de seguir manteniendo la feria y de potenciar la figura del caballo”. Aun así, insistía Domingo, la compra venta se mantiene y siempre hay algún ejemplar que se compra aunque es algo casi anecdótico. “Hay una cosa que sí que se ha perdido y a mí, personalmente, me da un poco de rabia porque era algo con arraigo y que gustaba: el sorteo de un caballo. Se compraban tickets y después era el sorteo. No se trataba de sacar dinero sino que era algo curioso que, además, creaba afición”.

En la actualidad hacen exhibiciones de enganche, “algo que antes era de lo más normal”, y se potencian espectáculos ecuestres; “hacemos cosas muy visuales y variadas, que gusten a todo el público”. En la trashumancia participan unos 200 jinetes y amazonas de diferentes comunidades autónomas, también hay doma vaquera, doma clásica, volteo, enganche y arrastre, así como exposición de herraje y de carruajes antiguos, e incluso el foso del castillo ha albergado una carrera de puras sangre.

El presupuesto anual de la feria, comentaba Goñi, está fijado en 35.000 euros y calculan que a lo largo del fin de semana se acercan al municipio unas 10.000 personas. El dinero de este año, insistía el edil marcillés, lo han reinvertido en paliar las consecuencias de la pandemia.

De cara al futuro, insistía Txomin, “queremos ser un referente, más aún si cabe. Hay que tener ilusión e ir creciendo”. Entre las acciones que barajan podría estar el hacer un una semana cultural, por ejemplo, con charlas o conferencias sobre la doma, la alimentación o el cuidado. “Estamos moviendo muchas cosas para el año que viene, ideas siempre surgen. Además, bajo mi punto de vista, todo está encorsetado por la mañana, todo es el día 12, más allá del mercado medieval y de artesanía que se organiza. Una posibilidad es alargarlo y separar algunos de los actos”.

Por otro lado, algo que siempre les ronda la mente es la posibilidad de dar a conocer más razas de caballos y, además, una cuestión que les parecía inaccesible y que parece que va a ser una realidad, comentaba Aguerri, es que se han puesto en contacto con el Centro Militar de Cría Caballar de Zaragoza y “están deseando venir”; mostrarán qué hacen y enseñarán a los sementales. “Fomentar la cría, algo que hasta ahora no hemos tenido”.

Del mismo parecer es el edil marcillés que, aunque después de un parón puede haber actos o citas que caigan en el olvido o que no vuelvan a organizarse, aseguraba que las ferias de Marcilla no van a ser un ejemplo de ello. “Vamos a volver con más ganas y fuerzas. De hecho, ya estamos trabajando en ello. El día del caballo es el eje pero, la verdad es que no descartamos hacer más cosas que estén relacionadas con este mundo siempre, está claro, teniendo en cuenta que somos un pueblo pequeño”.

Para terminar, Goñi hacía un llamamiento “a la responsabilidad y a la prudencia” para que los vecinos sigan en la misma línea que hasta ahora y así “poder solventar esta situación cuanto antes”.

El año que viene todo parece indicar que, dado que el 8 de octubre será viernes, la feria volverá a sus orígenes y se alargará cuatro días.

Actos complementarios. La feria caballar de Marcilla, con su día estelar el 12 de octubre, acoge actividades paralelas para gusto de todos; un gran mercado de artesanía se sitúa en los alrededores del castillo, hay degustación de migas de pastor, el patio del castillo acoge juegos tradicionales y los gigantes suelen recorrer las calles del casco urbano. Además, las cuadrillas de marcilleses aprovechan para participar en el tradicional concurso del calderetes y los amantes de las vacas disfrutan con los encierros que se celebran por la tarde.

“Las Ferias son el buque insignia de Marcilla; no hay una igual que otra”

Concejal de Marcilla

“Ahora se hacen cosas muy visuales y vistosas para que gusten al público”

Impulsor de la Feria