Borrón y cuenta nueva. Ese parece ser el mantra que han hecho suyo en la Bodega Cooperativa San Gregorio de Azagra, integrada en la DOC Rioja, para poder dar un salto de calidad y, de esta manera, desarrollar una nueva marca con la que sentirse más identificados si cabe: Barranco de Turumbalas. Se trata de un tempranillo de año que ya ha sido presentado en sociedad ante los vecinos del municipio y que, pese a su corta edad, ha recibido varios reconocimientos. La entidad, fundada en 1950 y con unos 250 socios en la actualidad, se ha reinventado bajo la marca comercial Bodegas Viña Zagra.

Manuel Ruiz Pedreira, el enólogo de la Bodega Cooperativa San Gregorio asegura que los cambios se vienen dando desde hace cinco años de una forma gradual, sobre todo de la mano de la gerente Natalia Jáuregui. Aunque viven del granel; de los 10 millones de kilos de uva que recogen al año apenas 70.000 kilos van para el embotellado, decidieron apostar por nuevos productos “sin grandes ostentaciones, solo con la pretensión de mejorar y de subir el nivel de exigencia porque son tiempos difíciles y tenemos que estar bien posicionados. Tenemos que hacernos imprescindibles para los clientes y todo ello pasa por tener autoexigencia”, explica Ruiz.

Contexto vitícola

Barranco de Turumbalas, que hace referencia a un paraje del municipio (un arroyo que baja de la meseta del monte a la llanura fluvial), es el producto en el que han centrado ahora todos sus esfuerzos, “es un vino consistente que va más allá del concepto de vino de año o cosechero. Creo que es más franco, limpio, expresivo y frutal; tiene un carácter muy asociado al suelo, a esas hierbas aromáticas del monte bajo que es difícil de apreciar en otros sitios. Es un vino especiado aunque sea joven”, cuenta el enólogo al tiempo que recuerda que la primera añada obtuvo en 2021 la medalla de oro en el 29º Gran Premio Internacional del Vino Mundus Vini y la medalla de plata en la X Cata Internacional de los Premios Zarcillo.

En la actualidad cuentan con unas 1.390 hectáreas de viñedos y la uva llega a la bodega desde un radio máximo de 7 kilómetros (aunque más del 90% de la misma está a apenas 3 kilómetros). El cultivo vitícola de Azagra se divide en dos zonas muy diferenciadas; un nivel inferior a una altitud de 290 metros sobre el nivel del mar que constituye la llanura a orillas del Ebro, y un nivel superior en el monte. En esta segunda área, insiste Ruiz, se encuentran el 80% de sus viñedos y es la zona en la que están desarrollando la selección destinada a los vinos embotellados. “De ahí la mención ‘KM4’, que indica la distancia real entre la bodega y la materia prima”.

“Desde el punto de vista enológico había que mejorar la gama básica porque estaba desarmada. Los premios son importantes, más allá de por ser la primera vez que concurrimos, porque así vemos cómo estamos posicionados en el mercado; es una manera de medirte a nivel internacional”. De hecho, en la cata que organizaron para dar a conocer este nuevo producto, afirma Manuel, “el feedback fue muy positivo. Es muy gratificante ver que se puede hacer un buen vino utilizando la misma infraestructura y la misma tecnología que había en la bodega”.

Eso sí, lo ideal, y algo que tienen en mente, es rehabilitar una nave para hacer micro vinificaciones con depósitos hasta cuatro veces más pequeños con los que controlar mucho mejor todo el proceso.

La bodega saca a la venta unas 50.000 botellas al año de vinos jóvenes (tinto, blanco y rosado) así como de crianza, principalmente para el mercado local puesto que “nosotros vivimos del granel”. Sin embargo, han decidido lanzarse a esta nueva aventura en la que esperan asentar la marca y, por qué no, “alcanzar un mercado regional”.

En cuanto a la posibilidad de ampliar la producción, Manuel es claro: “¿Si crecemos, comprometeremos la calidad? Pensamos que no, pero ese tampoco es nuestro objetivo. La idea es mejora la calidad en granel y, a la vez, ser exclusivos en el embotellado”.

De momento, insiste, los interesados en adquirir este vino pueden hacerlo en la propia bodega pero en las próximas semanas habilitarán un punto de venta online. “Queremos romper el prejuicio de que, por llevar el nombre de cooperativa, el vino es de un nivel inferior. No es así, queremos luchar con las mismas armas en el mercado porque tenemos los mismos elementos”.

En transición

Por otro lado, con el crianza están en un estado intermedio, en periodo de transición, porque “ahora la madera tiene mucho peso al tratarse de barricas nuevas pero, esperamos conseguir un equilibrio entre los aromas frutales y los propios de la barrica, destacando la expresión del vino. Eso será para la siguiente añada; nos gustaría encontrar los valores del vino de año en el crianza porque a nivel de cata creo que sería muy positivo lograr esas cualidades primarias tras un año en barrica”. Con el blanco y el rosado, eso sí, las cosas van más rápidas y están en vísperas de embotellar.

La pandemia, finaliza Ruiz, sí que se notó a nivel local porque hubo muchos establecimientos que cerraron pero, en cuanto al tema del granel, “podría decir que no lo hemos sentido, la onda expansiva no nos ha llegado y creo que eso significa que estamos bien posicionados”.