El trabajo colaborativo siempre da buenos resultados, basta con pasarse por el nuevo patio de la escuela pública Gloria Larrainzar de Zubiri para confirmarlo. Allí, en la parte trasera del edificio, familias, docentes y vecinos del valle de Esteribar han construido en auzolan una nueva zona verde recreativa que pretende dar vida al pueblo y que ha sido levantada con muchas ganas e ilusión usando elementos naturales del entorno.

Se trata del proyecto “Ganando patio”, una iniciativa pionera que ha sido escogida por el Centro de Arte Contemporáneo de Huarte dentro de su programa “Territorio escuela”, con el objetivo de incorporar un espacio verde al patio actual.

La profesora Ainhoa Artxanko Mantxo es una de las impulsoras de este proyecto. Es maestra de educación artística en el colegio público Gloria Larrainzar desde hace 6 años, aunque lleva trabajando 10 años como tutora este centro escolar. “Desde la ventana siempre veía ese espacio natural y tan desaprovechado y siempre le estaba dando vueltas a cómo hacerlo más bonito”, admite.

Igualitario

Desde entonces, el colegio donde estudian 112 niños y niñas de infantil y primaria (modelo A y modelo D), ha sido seleccionado en dos ocasiones por SKOLAE como escuela de pilotaje para patios igualitarios, algo que sirvió como inspiración para presentar “Ganando patio”.

“Ya habíamos hecho otros proyectos temporales como pintar la fachada o algunos muros, pero esta vez presentamos un proyecto para trabajar en la escuela y que tuviera influencia en un espacio enriquecedor Al final, la naturaleza no tiene tantas normas, estimula un juego muchísimo más creativo y es más igualitario a todos los niveles”, aclara Ainhoa.

Así, donde antes había un campo abandonado, tras varios auzolanes durante los sábados de mayo y junio (y algún día entre semana también), ahora han levantado entre todas y todas un bonito parque que combina espacios y circuitos con elementos naturales.

Ha sido una pasada la implicación de la gente. Han sido jornadas de 9 a 18 de la tarde y aquí han colaborado muchas personas, a veces hasta 50. Eso es algo muy bonito porque hemos conseguido hacer entender que va a ser el patio de todos y todas. Al final, para muchos alumnos que viven en pueblos pequeños, ésta es la única opción para juntarse con los del valle”, reconoce.

Kilómetro cero

Bajo la supervisión de la cooperativa de arquitectura Orekari, especialista en bioconstrucción, el diseño del espacio de 60 m x 30 m ha sido decidido entre todas las personas interesadas, quienes han formado parte del proceso desde cero.

De hecho, se realizaron unos cuestionarios para conocer las necesidades y plantear propuestas de cara a los siguientes tres años. “Han sido dos escalas de participación: por un lado, la creación del grupo motor de 5 personas para organizar el trabajo, y por otro, los auzolanes, que incluye el trabajo de construcción y las herramientas que traen las familias”, exclama Xabi Urroz, quien junto a Itxaso Iturrioz y Ioar Cabodevilla forman el estudio de arquitectura.

El resultado de esta primera fase, ya por fin visible, ha sido un circuito de juegos y equilibrios, espacios circulares con mesas y bancos, una cabaña de madera en altura, un puente que atraviesa canales de agua o una fuente. Todo ello, con la idea de no ofrecer algo dirigido y poder así potenciar la creatividad entre los chavales. “Cada vez son más demandados este tipo de parques, sobre todo en lugares como en Escandinavia, pero lo que le hace grande a este proyecto es que se haya hecho en auzolan y con materia prima de kilómetro cero”, confiesa Xabier.

En efecto, además de la participación de las familias, también merece destacar la colaboración del Ayuntamiento de Esteribar, que ha cedido el terreno al colegio, el concejo de Zubiri, que ha aportado la madera de los pinos situados en el mismo parque, y de la empresa Magnesitas, que ha donado la gravilla.

Lo fácil hubiera sido usar madera tratada con barnices protectores para el exterior, pero no encajaba con la filosofía del proyecto, teniendo aquí los recursos. Anualmente habrá que hacerle un mantenimiento, pero ese cuidado colectivo es también parte del proyecto, eso también genera comunidad”, apostilla Xabier.

Aunque los trabajos se han alargado más de lo previsto, todos los colaboradores se muestran muy orgullosos de la hazaña porque “por fin se aprovecha ese espacio”. Ahora tendrán que pensar y estudiar qué harán en una segunda fase, quizás ampliar más el parque, pero, de momento, es hora de darle uso y dejarse llevar por la imaginación. Porque no sólo han ganado un patio, también han ganado en comunidad. Es, a fin de cuentas, el gran valor del auzolan.