Entrar en la tienda de Goiburu en Aoiz es recorrer la línea del tiempo y sentir que afloran sensaciones y sabores del pasado. La tienda guarda la esencia de sus orígenes desde que en 1820, Nicolás Goiburu y Rita Orbaiz escribieran el primer capítulo de una historia de 200 años ligada a la vida de la villa. Es por eso que la celebración de la efeméride, Comercio Goiburu 1820-2020 ha sido una fiesta popular, si bien aplazada dos años por la pandemia.

Después de recibir a más de 400 personas, se adivina en los rostros de María Luisa Goiburu y de su hija, Marisa Aldaz, cuarta y quinta generación, la satisfacción de haber compartido algo grande. Por su comercio han pasado escolares, autoridades (locales y del Gobierno, departamento de Comercio) colaboradores, familiares, amistades, vecindad y residentes del centro de la tercera edad. “Hemos cumplido con todos”, afirma convencida María Luisa.

Se siente “gozosa”. A sus 94 años, ha estado presente en las 23 visitas, sin descanso. “No podía faltar”, sostiene firme. Ella, por su edad avanzada, solo pedía llegar a la celebración anunciada para mayo de 2020. La covid 19 lo impidió, pero ellas son mujeres de palabra. Dijeron que lo celebrarían y así lo han hecho y además, por todo lo alto.

Días antes, Marisa Aldaz Goiburu, actual gerente, retiró sus tejidos de venta habitual (hoy es comercio textil) para llenar las estanterías de historia de su familia, una vida dedicada al comercio y al emprendimiento. La evocación de un típico comercio rural del siglo XIX en la calle La Plaza.

Aún andan sumergidas en la vorágine los recientes días vividos, saboreando el interés de las visitas escolares, la importancia de la apertura oficial, el entrañable encuentro con comerciantes de ayer y de hoy. Plenas con todo el cariño recibido. María Luisa no oculta el cansancio, pero le puede la emoción. “¡Hasta ha venido a cantarme la Coral!”, exclama. Representa a la cuarta generación del establecimiento y ha dedicado toda su vida a la tienda, a la casa y a la familia. Lleva escrito en su semblante que ha sido mujer con determinación, adaptada a la la demanda en sus etapas.

"Las mujeres trabajábamos como el que más, pero en aquellos tiempos, solo cotizaban los hombres”, lamenta. De sus recuerdos rescata cuando iba con su madre a comprar género a Pamplona y se lo enviaban en el autobús. “Los niños salían a recogerlo a cambio de unos caramelos”, recuerda.

Ellas recorrían las tiendas de la ciudad en busca de productos que podían vender en Aoiz, teniendo en cuenta siempre la necesidad del momento. Pensar en género para toda la vecindad, para quien podía más y para quien podía menos. En este sentido, hace un paréntesis en su memoria para recalcar los duros años y la escasez de la posguerra.

De ello da fe “el cuaderno de fiar” que aún conservan. Y como el cuaderno, todo lo demás exhibido: velas que recrean su pasado de cerería, botijos y botellas llevan a las viñas y bodegas, cereales, legumbres a granel y frutas en almibar, a sus campos y frutales; ultramarinos, chocolates con su característico papel de envoltura fechado, ropa y calzado. Entradas del cine, salón de Arte y Música (con 200 localidades) que regentaron los Goiburu de los años 30 y 40, la fábrica de harinas ( socios) la venta ambulante o las historias de la emblemática huerta de la Rita, aún en el recuerdo de los mayores de la localidad.

Nicolás Goiburu y Rita Orbaiz fueron los impulsores de la saga. Tomás Goiburu y Margarita Irigoyen les siguieron y a estos, Juan Goiburu y Dolores Oquiñena y Tomás Goiburu. María Luisa Goiburu y su marido, Demetrio Aldaz fueron la cuarta generación y su hija Marisa Aldaz Goiburu, la quinta cogió el testigo.

Pronto supo que ese era su sitio, su trabajo y su casa, y prácticamente con 16 años asumió que sería el relevo oficial cuando su padre se jubilara. A sus 58 años, regenta un comercio exclusivamente textil y no se arrepiente de aquella decisión, si bien reconoce que le ha tocado vivir “un momento crítico del pequeño comercio rural que quiere seguir vivo, pero no tiene relevo. La continuidad se ha roto y cada vez se compra menos en el pueblo” constata.

Marisa se apoya en el mostrador de madera maciza y acaricia con sus manos la historia de su familia de comerciantes. “De hombres buenos y mujeres fuertes”, reflexiona en voz alta.

El comercio es el pulso de la vida de un pueblo y de sus valles vecinos, En Aoiz Goiburu ha hecho historia, historia larga que se contará en un libro. Verá la luz a finales de 2022, de la mano de Karekin Kultura, Kati Leache, al frente de la organización del evento.