Quizás todo comenzó cuando repartieron un papel en clase, pero solo entre los chicos. ¿Quién quería apuntarse a fútbol? Aquel día Jaione Aldívar Pérez, con sus cuatro o cinco años de edad, volvió del colegio entre frustrada y enfadada. ¿Por qué solo les preguntaban a los chicos? “Yo también quiero jugar a fútbol”, le dijo a su madre. Esta se llevó “un buen disgusto” pero Beatriz, su hermana mayor, le apoyó. Más de 20 años después en casa se recuerda entre risas aquel momento. ¿Quién iba a imaginar entonces que Jaione llegaría a militar en Primera y Segunda División de Fútbol Sala Femenino?

Esta cortesina, hoy licenciada en INEF y Fisioterapia, sería feliz si el fútbol sala, su gran pasión, le pudiera dar de comer. “Es la injusticia del deporte femenino”, lamenta, “en el fútbol se están dando pasos importantes, pero en el fútbol sala solo hay un equipo, el Burela, en Galicia, donde las jugadoras se consideran profesionales y tienen su convenio, con un sueldo mínimo y demás derechos reconocidos”. No es su caso, así que ella, aunque actualmente sigue dándole al balón con el Murchante F.S. tras varios años en equipos madrileños, terminó volviendo a su Cortes natal y se animó a emprender.

Fisio Proactive. Así se llama la consulta que montó en septiembre de 2020, en plena pandemia. Negocio que no solo le va “mucho mejor de lo que esperaba”, sino que además le acaba de dar una gran alegría tras recoger en el Consejo Superior de Deportes, en Madrid, un premio como Jugadora Emprendedora.

Ha sido durante la segunda edición de una convocatoria impulsada por la Asociación de Jugadoras de Fútbol Sala Femenino (AJFSF) que, a la deportista navarra, le reconoce y premia con 1.000 euros en metálico y un curso de formación en Liderazgo y Emprendimiento valorado en 500 más. En su discurso durante la celebración de la ceremonia de entrega Jaione señaló que “es un orgullo haber recibido este premio, ya que simboliza un reconocimiento, visibilización y apoyo, al esfuerzo invertido tanto deportivo, formativo y laboral”.

“Estoy muy contenta”, reconoce con una amplia sonrisa. Y es que invertir en su propio negocio y “volver al pueblo después de tantos años” le daba, sino miedo, vértigo y respeto. “Después de estudiar en Madrid me fui a trabajar a Pamplona. Allí jugaba en el Txantrea pero lo tuve que dejar, compatibilizar trabajo y fútbol sala era imposible”, relata.

punto de inflexión La pandemia fue, para ella, un punto de inflexión. “Ahora o nunca”, se dijo. “No había trabajo, así que nos echaron y como la gente del pueblo muchas veces me llamaba dije: es el momento”, recuerda.

La ayuda económica de sus padres fue vital para acondicionar la parte baja de la casa de sus abuelos, ya fallecidos, de acuerdo a la normativa del Ministerio de Sanidad. Poco a poco, además, va implementándose con las últimas novedades para atender lo mejor que puede a sus clientes. “Ahora, muy pronto, quiero traer una técnica nueva”, adelanta, “también acabo de comprar un ecógrafo”.

Y con el fútbol-sala, ¿qué ha pasado? Sigue jugando, pero en Regional, a un nivel menos exigente que le permite “llegar a todo” porque “hay días en que es imposible llegar a entrenar, aunque el gimnasio los lunes y miércoles sí es sagrado”.

Cambio a murchante

En el Murchante se ha reencontrado con las amigas de toda la vida y, con ellas, sigue disfrutando del deporte mientras se labra un interesante futuro laboral. Quizás no el que había soñado, eso sí. “Me hubiera gustado mucho poder vivir del fútbol sala, son muchas horas invertidas. He jugado en Primera y no cobraba ni un duro, más bien gastaba, estábamos en un club muy humilde y a veces hasta teníamos que ayudar económicamente”, comenta.

Esos años en el Soto del Real coincidió con dos jugadoras riberas más: Sandra Lizarbe, de Cascante, y Edurne García, de Murchante. Nombres, como el suyo, de quienes se han hecho un espacio en un deporte ‘de hombres’ (Jaione jugó con equipos masculinos hasta los 13 años) y que ahora se sienten orgullosas de que el fútbol femenino de la Ribera siga en aumento. “Cuando supe que en Cortes había un equipo de chicas me dio mucha ilusión. Las de mi época nos hemos tenido que escuchar todo tipo de insultos y comentarios. Yo pasaba del tema, pero la verdad es que hacen daño”.

Jaione Aldívar Pérez asegura “que las chicas puedan jugar al fútbol, y los chicos practicar otros deportes que no sean fútbol, es una cuestión de justicia, de igualdad. Hay que liberar a los deportes de todos los estereotipos de género”.