30 kilómetro de Pamplona, en Orísoain, se han criado los hermanos Aaron Lerga, de 19 años, y Saúl Lerga, de 16. Como cuentan, sus primeras palabras fueron "tractor" y "cosechadora" y todos sus recuerdos tienen que ver con el entorno rural en el que han crecido. Por eso, los dos han decido continuar con la tradición familiar de la agricultura que les han enseñado su padres y abuelos. Ambos apostaron por estudiar grados relacionados con el mundo rural, Aaron forestal y Saúl agropecuaria, para poder hacer el relevo a su padre y continuar con la explotación de cereal que tiene su familia en la zona de la Valdorba. "Somos conscientes de que el campo es sacrificado y no hay descanso, pero nosotros disfrutamos con eso", cuenta Aaron.

Los jóvenes se han criado en Orísoain, un municipio de apenas 80 habitantes, y tienen claro que cuando se independicen, lo harán en este mismo lugar. "Este entorno nos aporta tranquilidad y libertad. Tenemos la explotación aquí, así que no tengo dudas de que ambos viviremos en Orísoain", explica Saúl.

A 8 kilómetros de este municipio, también en la Valdorba, está Echagüe, una localidad de 20 vecinos donde se ha criado Izaro Paesa, de 18 años, que también espera poder dedicar su vida a este sector. Como los hermanos Lerga, Paesa estudia un grado de agroforestal para formarse, aún más, en este mundo. La joven ha crecido aprendiendo el oficio de su padre, que es esquilador y ganadero, y su sueño es poder montar una granja escuela donde pueda criar animales de forma sostenible y enseñar a los demás este modo de vida. "Para mí estar rodeada de animales es libertad y cariño. Tengo claro que quiero dedicarme a esto y apostar por hacerlo de forma ecológica", cuenta Paesa, que se ha formado en ganadería y agricultura ecológica y gestión y conservación del medio natural.

Paesa es una excepción en el sector por ser, además de joven, mujer, algo poco habitual en este sector altamente masculinizado. Las mujeres inscritas en el Registro de Explotaciones Agrarias de Navarra (REAN) en 2020 ascienden a 4.809, frente a los 11.488 hombres, es decir, el 29,50% del total. "Que las mujeres entremos en este sector porque nos gusta y valemos para hacerlo es muy importante para lograr una paridad y también un respeto en estos oficios", explica la joven.

Por el momento, Paesa ayuda en el cuidado de diferentes animales que tiene su familia, como yeguas, ovejas, cerdos y gallinas y destaca la importancia de mantener las especies autóctonas de la ganadería navarra. Coincide con los hermanos de Orísoain en el sacrificio que supone trabajar en este sector, pero asegura que "sarna con gusto, no pica" y que seguirá aprendiendo hasta que pueda tener su propia granja.

El agricultor Sergio Zaratiegui, de 25 años, en la Valdorba.

En Echagüe también vive Sergio Zaratiegui, de 25 años, que ya está asentado en el trabajo de agricultor en el que se introdujo gracias a su padre y su abuelo. "La gente se sorprende cuando digo que soy agricultor porque soy joven, pero desde pequeño sabía que este era mi sitio", cuenta Zaratiegui, que empezó compaginando este oficio con otros trabajos hasta que pudo dedicarse al campo a tiempo completo.

El joven cultiva principalmente cereales como la avena, trigo, cebada o colza, unos productos que requieren jornadas largas de trabajo en ciertos meses del año. "El campo implica compromiso, pero también te permite distribuir tu tiempo y decidir cómo quieres trabajar. Te aporta una flexibilidad que quizá en otros oficios no encuentres", confiesa Zaratiegui.

Izaro Paesa, con sus perros 'Iraulltz' y 'Bixkor' en Echagüe.

barreras de entrada Estos jóvenes son un ejemplo de relevo generacional en el sector, pero también una excepción, ya que, explican, la falta de rentabilidad y ayudas frena a los jóvenes a la hora de apostar por la agricultura y ganadería. "Empezar de cero en este sector en prácticamente imposible, aunque tengas la suerte de heredar una base de tu familia, es muy difícil seguirlo por la inversión que requiere", dice Zaratiegui.

La dificultad de introducirse en el sector surge también en el entorno académico, ya que, como explica Aaron Lerga, no hay un grado superior en Navarra para continuar la formación agropecuaria.

Los cuatro jóvenes creen que hay ilusión y esperanza para el sector, pero también que faltan ayudas para abrir paso a las futuras generaciones, ya que las barreras de entrada como la subida de los precios de los productos y terrenos dificultan la entrada y generan una incertidumbre sobre el futuro de la agricultura y ganadería.

"Si no tienes una base de tu familia, es casi imposible entrar en el sector"

Agricultor