- El Casco Viejo presentó ayer al mediodía un buen ambiente si se tiene en cuenta que los Sanfermines están suspendidos. La ciudad no estaba de bote en bote, ni mucho menos, pero sí es cierto que los pamploneses y pamplonesas subieron a echar el vermú y llenaron las terrazas. Se quedó ahí, en el pote, y muy pocos cumplieron con la tradicional comida del día 7.

Empezó a presentar ambiente pasadas la una del mediodía. "De momento, la mañana ha sido bastante tranquila. Ahora empieza a haber algo más de movimiento", aseguró José Antonio Ciganda, dueño del Dom Lluis. José Antonio confiaba en que la gente se quedara hasta tarde echando potes porque, por el momento, no tenían ninguna reserva para comer: "Nos han anulado todas las comidas. Las cancelaciones se produjeron el sábado, domingo y ayer", afirmó José Antonio. Las reservas que tenía el Dom Lluis eran sobre todo de gente mayor que, según Jose Antonio, se echaron atrás "por miedo y responsabilidad". No esperan comidas de última hora, pero aún así son optimistas.

En la acera del frente, El Tinglado presentaba la misma situación. "El vermú está siendo bastante tranquilo", comentó el camarero Víctor Unzu, que añadió que habían tenido muchas cancelaciones de comidas y que solo tenían una reserva. "La gente está más de pintxos que de comidas", explicó el camarero.

El ambiente aumentaba conforme se adentraba por San Nicolás, pero la realidad era la misma: vermú sí, comidas no. El Marrano estaba animado, "pero mucho menos de lo que es un día 7", afirmaron los camareros del establecimiento. No cogen reservas, "vamos sobre la marcha", pero no esperaban servir muchas comandas. En la Basoko Taberna esperaban tener más clientela y aseguraban que la constante llamada a la responsabilidad les está afectando: "Tanto decir no subir, no subir, no subir al Casco Viejo que nos están arruinando la vida", argumentaron.

Las terrazas presentaron colorido durante todo el mediodía. El Baviera tenía bastante clientela tanto en la terraza como en el interior del bar, pero "nada que ver con lo lleno que solemos estar un día 7", dijo Santos Muñoz, dueño del Baviera. La menor afluencia se notaba en la plantilla: "En Sanfermines, tengo en la barra a cinco camareros y ahora solo hay dos", informó Santos. Lo mismo ocurría en la terraza, que al mediodía la atendían tres camareros, cuando en San Fermín suelen tener cinco. "Hay tan poco trabajo que creo que sobra un camarero en la terraza", señaló Santos en broma.

Para comer tampoco esperaba un buen día, le han cancelado todas las reservas y solo confiaba en gente de última hora. Para el resto de los días (8, 9 y 10) el Baviera no tenía por ahora ninguna reserva. Tenían la esperanza de que algo se moviera a partir del viernes a la tarde, "pero como un fin de semana normal. Nada excepcional".

En el Mordisco tenían bastante ajetreo en la terraza, aunque Gonzalo Ubanell, camarero, reconoció que esperaban "un vermú más fuerte". En comparación con otros años, este 7 de julio estaba siendo "bastante tranquilo". Como el resto de establecimientos del Casco Viejo, en el Mordisco también habían tenido "un montón de cancelaciones".

El Mordisco tenía todo reservado para comer desde hace meses. Sin embargo, solo una mesa decidió no anular la tradicional comida del día 7. Gonzalo explicó que la gente anuló su reserva "sobre todo la semana de antes del 6" y añadió que el creía que las cancelaciones se debían al miedo y por la localización céntrica del restaurante. "Las calles del centro de Pamplona son estrechas y la gente tiene miedo a las aglomeraciones. Nos ha afectado mucho eso", opinó.

El Café Iruña estuvo concurrido durante todo la jornada de poteo. Además de gente tomando el vermú, el Iruña tenía algunos comensales. Tere Javerri, Blanca Garayalde y Natalia Garayalde mantuvieron la tradicional comida del día 7: "Es el día del santo, es San Fermín, cómo no vamos a comer", apuntó Tere.

Las mesas exteriores de los bares de las calles Estafeta y Espoz y Mina estaban a la hora del aperitivo repletas de pamploneses y pamplonesas que, cumpliendo las medidas de seguridad, aprovecharon el buen tiempo para tomarse un frito y beberse una cerveza o un vino. Una situación que "comparada con lo que son los Sanfermines, es como si fuera la de un sábado normal", confesó Marga Portas, encargada del bar Gaucho.

En la zona, notaron un cambio con respecto a la mañana del día seis, ya que "ayer (por el lunes) estuvo la policía controlando el aforo en la calle y había momentos en los que no dejaban pasar a más gente y hoy (ayer) están pasando pero no han cortado el acceso, así que está siendo más fluido", explicó. De esta forma tuvieron más clientela, aunque fue "muy poca" para ser 7 de julio.

A Nora Garaikoetxea, camarera del bar El Tinglado 2, situado en la Estafeta, le sorprendió las pocas reservas que se realizan para comer. "Pensaba que la gente iba a tirar más de comidas, pero no; está tranquila de aperitivo". Ayer tenían tres reservas, después de que las demás se las cancelaran en las últimas semanas. "Es más la gente que está de fiesta y sale para tomar algo y ver el ambiente, pero no hay aglomeraciones", observó.

En cuanto a la noche anterior, señaló que había "mucha menos gente de la que me esperaba", y los que estaban eran jóvenes. No destacó ningún problema, aunque apuntó que de vez en cuando tuvieron que salir afuera "para que nadie se quedara en las puertas de los bares y estuviesen las entradas despejadas. Dentro estuvimos controlando todo el rato el aforo y no hubo ningún problema", explicó.

Para Patxi Luis, gerente de El Mesón de la Tortilla, esta es una situación "muy rara, porque estamos con la mitad de la plantilla que otros años y el día 7 de normal trabajamos ocho veces más". Por ejemplo, han pasado de tener unas 70 reservas a este año atender "a una mesa de 15 y lo que vaya cayendo", comentó. Aún así, el bar está situado en una de las zonas más concurridas de la ciudad y los pintxos funcionan bien.

Quienes se han visto más perjudicados son los restaurantes, que han pasado de tener todo completo a ver cómo los clientes anulaban sus reservas para comer y cenar durante estos días. "Está yendo muy mal en comparación con el año pasado. Hoy para comer tenemos unas 90 personas y tenemos plazas para 250. Ni siquiera tenemos el 30% del comedor lleno", señaló ayer Pablo Cadena, propietario del restaurante El Embrujo.

Antes de que comenzara la pandemia tenían todo completo para prácticamente toda la semana, pero, conforme iban pasando las fases, sobre todo "en la última, la gente se ha terminado de dar de baja. Con la publicidad que se ha hecho sobre las fiestas y el miedo y el respeto que hay, hemos bajado del 100% al 50-60% en las fases, y al 10% en estas dos últimas semanas", señaló.

Eso les ha llevado a no preparar el menú especial de Sanfermines que tenían previsto ofrecer. En su lugar, los clientes podrán elegir entre la carta de restaurante y el menú habitual. Respecto a las personas que han mantenido su reserva, Cadena explicó que "son todas de Pamplona. Otros años tenemos el 30-40% de turistas y este año solo hay gente de aquí. Vienen desde los 30 hasta los 60, un poco de todo", indicó.

El día 6 también bajó el número de reservas, y la parte del establecimiento en la que sirven pintxos funcionó "como un sábado normal. La noche también fue muy tranquila", aseguró el propietario, quien consideró que "peor es nada, pero esperemos que el año que viene sea mejor".

Por su parte, el restaurante Alhambra tuvo ayer un 60% menos de ocupación comparado con el día 7 de julio de otros años. Mientras que los Sanfermines anteriores la cifra era de 140-150 comensales, ayer tenían reservas para únicamente 75, indicó Ignacio Idoate, propietario del restaurante y presidente de los Restaurantes Reyno de Navarra, que se encuentran en la misma situación.

"Estamos preparados y tenemos todas las medidas de seguridad, pero la gente tiene miedo a salir. Sabemos que las noches no se va a trabajar nada, aunque lo importante es que nos cuidemos para que el año que viene disfrutemos", admitió. Las pocas personas que no han anulado sus reservas y van a acudir son "clientes de casa, conocidos, y eso es importante para nosotros", apuntó, para valorar positivamente el hecho de poder estar activos.

"En San Fermín, suelo tener en la barra a cinco camareros atendiendo. Este año solo tengo a dos"

Dueño del Baviera

"Hemos pasado del 100% de reservas al 10% en las últimas semanas, y es todo gente de Pamplona"

Propietario de El Embrujo