El complejo de Swayambhunath, más conocido como el templo de los monos, se encuentra en la cima de una colina cuyo principal acceso (que no el único) es una escalera formada por 365 (matadores) escalones que subimos como un campeón y una campeona. En el centro, los ojos de buda sobre la estupa coronada con una bellota de oro observan todo Katmandú.

Este lugar sagrado es el más importante para los budistas y además de la estupa, está formado por templos, santuarios, un monasterio tibetano, un museo y una biblioteca. Cuando te plantas abajo, pones el pie en el primer escalón y miras hacia arriba sabes que el camino no va a ser cómodo, pero desde luego merece la pena. Vas ascendiendo con la compañía de monos saltarines, entre puestos de artesanía y gente en peregrinación.

En los últimos escalones, como no puede ser de otra manera en Nepal, se encuentra la taquilla donde después de pagar la entrada puedes culminar el ascenso y acceder al complejo.

Para bajar, puedes hacerlo por las mismas escaleras de subida, por la carretera o hacia la próxima colina en cuya base se encuentran los budas dorados gigantes, que no vimos ese día porque usamos la bajada de la carretera.

Respecto a Boudhanath, es el segundo templo sagrado objeto de peregrinación por parte de los y las budistas y es una espectacular y gigantesca estupa circular decorada con cientos de banderitas de colores, alrededor de la cual se puede pasear y observar a los peregrinos realizando sus rezos y mantras.

El edificio es como un Mandala (representaciones espirituales budistas del cosmos). Está rodeada de hostales, restaurantes y tiendecitas. Estas estupas son una visita obligada en Katmandú, son lugares extraordinarios llenos de energía y rodeados de siglos de historia y cultura.

Ambos templos están rodeados de ruedas de oración que giran constantemente empujadas por los peregrinos y que acompañan la visita con ese soniquete que se ha vuelto tan característico en nuestro viaje.