El asesinato de cuatro mujeres en apenas 24 horas ha disparado las alarmas políticas, institucionales y sociales y puesto en marcha un nuevo proceso de reflexión que implica a los principales ministerios del Gobierno central afectados, Igualdad, Justicia e Interior. Otra reacción tardía a posteriori. El combate contra la violencia machista que sufre la mujer obliga a una intensa implicación diaria, pero no ofrece visos de encauzarse a corto plazo. Este diciembre ha sido el mes con más mujeres asesinadas (13) de las dos últimas décadas. Las medidas puestas en práctica llenan hojas de dossiers, jornadas de debate y espacios de publicidad institucional, pero no consiguen mermar de una forma contundente el trágico balance de víctimas. Parece necesario abordar una reflexión profunda para revisar de los mecanismos de protección y prevención y paliar defectos en la lucha contra la violencia machista que resultan evidentes: la descoordinación y desconexión en la información entre los juzgados, una actuación policial centrada en la víctimas que permite seguir deambulando al machista por las calles y seguir maltratando a otras mujeres, una justicia mayoritariamente conservadora que utiliza los resquicios de todas las leyes para ser condescendientes en las condenas y dictar sentencias incomprensibles y escandalosas y unas religiones que más allá de sus diferentes creencias e ídolos coinciden en una visión excluyente de la mujer. Y sobre todo, la insistencia de un relato político desde las derechas que niega el machismo y que se opone a los avances en los derechos de las mujeres con cada vez mayor peso y mayor presencia mediática en las tertulias cutres, programas de telebasura, editoriales de grandes medios y que inundan de insultos soeces las redes sociales, casi siempre contra las mujeres que han alcanzado posiciones de poder en la política, el trabajo, la profesión, la universidad, la empresa, la cultura, el deporte... Los obscenos ataques contra la ley del sí solo es sí es el último ejemplo. Para responder a ese relato cultural que niega el machismo y los derechos de las mujeres no basta solo con el discurso habitual y los tópicos de siempre. Las estadísticas reducidas a simples números no reflejan la crudeza de una realidad insoportable marcada por la brutalidad sórdida, los celos y la posesión por parte de algunos hombres. El 90% de la violencia de sexo es ejercida contra las mujeres por el mero hecho de serlo. Este sufrimiento sordo, anónimo, es el que subyace en una sociedad que sólo despierta cuando el goteo de apuñalamientos, degollinas, palizas y disparos termina en muerte y ocupa lugar en las primeras páginas de los periódicos. La sociedad está fracasando de hecho con el aumento de actitudes machistas en adolescentes y jóvenes. Los últimos cuatro asesinatos elevan a 49 el número de mujeres víctimas del machismo este año, a las que hay que sumar otros 19 feminicidios fuera de las relaciones de pareja y 38 huérfanos. Es imprescindible, más allá de campañas y propagandas, lograr la máxima eficacia real para los instrumentos legislativos y jurídicos y policiales puestos en marcha para tratar de acabar con el maltrato a las mujeres, aportando los medios humanos y materiales necesarios y suficientes para abordar cada caso con la atención que exige, de forma efectiva e individualizada.