Nuestro ínclito eurodiputado, Pablo Zalba (PP), sigue su gran curso de formación como político profesional, que le pagamos con el dinero de todos, en Bruselas (6.200 euros netos al mes más 4.300 en dietas). Ya supimos, por el vídeo que publicó el diario británico The Sunday Times, que Zalba está muy preocupado en aprender a recibir a grupos de presión y a legislar a su favor (tanto que copió, literalmente, la enmienda que le propusieron los periodistas encubiertos, ofertándole, a cambio, un salario de 100.000 euros año). Como no hubo salario, porque era una trampa, Pablo nos dijo que no pasaba nada, que obró según el protocolo del Parlamento, para reunirse con grupos de presión...
Ahora, en su blog, nos deja claro cuáles son sus gustos en cuanto a gravar a las transacciones especulativas de los bancos (la llamada Tasa Tobin o rebautizada como Tasa Robin Hood). Dicha tasa, que demandan economistas con inquietudes sociales y respaldan grupos diversos como ATTAC o Intermon-Oxfam, sería un impuesto para que todas esas compraventas de acciones que se hacen a diario, todos esos préstamos a cortísimo plazo, paguen impuestos precisos (que podamos destinar a la cooperación al desarrollo o a otros gastos sociales). Es una tasa que tiene sentido, si se aplica a escala internacional. Por lo tanto, tendría sentido debatirla y aplicarla en los 27 Estados de la Unión Europea.
Cita Pablo Zalba al experto Mario Draghi (candidato a presidente del Banco Central Europeo) que les dio una charla en Bruselas. Se pregunta Zalba (citando a Draghi) a qué llamamos transacciones especulativas. ¡Viva el cinismo! Especulativo es comprar acciones y venderlas a los 10 minutos, cosa que hoy incluso hacen miles de ordenadores preparados para procurar con ello beneficios estratosféricos a los especuladores. ¿Quiere un límite, señor Zalba? Se lo damos: cualquiera que compra acciones y las vende en menos de un año, no tiene intención alguna de apostar por el crecimiento de esa empresa y de invertir en la economía real. Por lo tanto, debería ser castigado socialmente con un impuesto ex profeso. ¿Tan difícil era, señor Zalba?
Entendemos que a usted, en busca de una buena y larga carrera política, le interese quedar bien con los banqueros. Lo que no entendemos algunos es cómo haciendo esto, sus conciudadanos, endeudados hasta las cejas en lo privado y en lo público, votan a semejantes servidores.