No repuestos de las últimas expresiones de la explosiva mezcolanza de “marginalidad e iluminación religiosa” que provocaron los atentados parisinos, o quizá aprovechando el tirón para justificar proposición asaz retrógrada, el Partido Popular publica en el BOE el nuevo currículo de la asignatura de religión (católica) para los ciclos de primaria y secundaria, preceptos de fe de este Estado aconfesional católico, apostólico y... románico (¿siglo XII?), por no decir visigodo.

No se pretende impartir a nuestros jóvenes conocimientos sobre el hecho religioso que pudiera aclarar el devenir humano a lo largo de su historia antropológica, social y culturalmente, ni siquiera una mera comparación de las distintas religiones existentes, sino que lo que se oferta es dogma puro y duro.

De momento la asignatura de religión es optativa, si bien es evaluable, contará para la nota media y servirá para obtener beca. Los contenidos curriculares han sido elaborados por la Conferencia Episcopal (se supone que iluminada por el espíritu santo) sin intervención del Ministerio de Educación que, a pesar de todo sufraga el gasto del profesorado aunque éste lo nombre (y destituya) el Arzobispado.

Los contenidos de esta impropia disciplina (que se impartirá en los 6 cursos de primaria y 4 de la ESO) incluyen los rezos que los alumnos tendrán que memorizar, a la vez que “reconocer la relación intrínseca que existe entre Dios y el hombre” (?). Esto resulta de lo más sencillo de introducir en la cabeza de un niño de 6 años... siempre que la brecha craneal sea lo suficientemente amplia para que quepa el catecismo del padre Astete, emblema de nuestra rancia infancia nacional-católica de hace medio siglo.

En segundo de primaria, con 7 años, ya se les puede aleccionar a que no van a ser felices por sí mismos a menos que recurran a la fe en el dogma, en cuyo caso tampoco lo lograrán, pero por lo menos tendrán a alguien a quien echarle la culpa, como hicimos los miles de ateos a los que nos obligaron a ser creyentes en nuestra infancia, sin entender absolutamente nada (de mayor tampoco es fácil) y que hoy, vacunados gracias a la santa madre Iglesia, nos declaramos más que ateos, anti-teos.

Al terminar la primaria, con 11 años, les aleccionarán en “reconocer que la relación con Dios hace a la persona más humana”, esto es, considerarnos a ateos y agnósticos más inhumanos y, en consecuencia, susceptibles de ser considerados ciudadanos inferiores. Ya en secundaria se afanarán en explicarles los relatos bíblicos de la creación y el paraíso (trabajo no les va a faltar para digerir tanta crueldad, sinrazón e irrealidad), que “ejemplifican bellamente la finalidad de la creación de la persona y el mundo entero para el servicio a Dios”, de donde surge “la dignidad inviolable del creyente”. Los demás parece que seremos unos desgraciados que no merecemos el más mínimo respeto, susceptibles de ser violables, esquilmados y vapuleados en el futuro, una vez que esta prometedora semilla alcance los puestos de poder que, la santa madre iglesia y la derecha reaccionaria les tiene preparados.

No es de extrañar que, con estos presupuestos educacionales, los estudiantes se nieguen a aceptar el uso de la rueda en sus pesadas mochilas y prefieran seguir jodiéndose la espalda antes que señalarse ante sus compañeros. El invento de hace siete mil años que tantas facilidades y progresos a aportado a la humanidad es rechazado incomprensiblemente por nuestros alumnos. ¡Viva la ignorancia!