Soy un navarro, ya jubilado, que hasta los 18 años los pasé en el Casco Viejo de Pamplona. Ahora resido en un pueblo cercano a la capital.

Siempre he tenido por costumbre leer la prensa, y por lo tanto estar al corriente de lo que ocurre, sobre todo a mi alrededor, y entre otras cosas lo que ocurre es que, con sus comentarios engañosos, cuando cita a la mayoría de los navarros con el tema del euskera, que tanta guerra le da, a mí personalmente no solo me molesta por ser navarro, sino que me gustaría hablarlo, o en su defecto haberlo estudiado para poder practicarlo entre navarros. La cultura, señora Beltrán, que yo sepa, no ocupa mucho espacio. Trabajé muchos años en una editorial de este país, en una delegación de San Sebastián, sus enemigos según usted. Para mí una ciudad encantadora y su gente otro tanto. A mí, como navarro, cuando menos me apreciaban. He pasado grandes ratos con donostiarras, y ellos conmigo igual.

Además de ser profesionales en el trabajo, sabíamos pasarlo bien, le puedo asegurar que a ninguno de nosotros nos hubieran puesto de nota en nuestro trabajo menos de un seis. Le doy un consejo, haga mejor su trabajo porque sino le va a seguir faltando puntuación, y a más si sigue con la alergia al euskera.