Existen los padres de la Constitución. Existen los hijos de la Constitución. Existen los espíritus santos de la Constitución. Vox, el celebrado catedrático de Ética Fernando Savater, el vertiginoso maestro del corta y pega Jon Juaristi, y un largo etcétera forman parte de este coro espiritual. ¿Tiene características propias esta especie? ¿Tienen fundamentos comunes estas luminarias? Podemos decir que comparten el sentimiento del nacionalismo español como algo único y cerrado, inmaculado y constitucional, homologado y compacto. Sobra decir, pues, que su nacionalismo es excluyente. Podemos decir que se esfuerzan en descalificar de manera bronca y hasta humillante en sus grandes y solemnes discursos espectáculo tanto al nacionalismo vasco como al nacionalismo catalán. Podemos decir que parecen estar rozando el delirio con sus afirmaciones acerca de que los autoproclamados nacionalismos inmersos en un Estado de derecho -tanto si es miembro de la Comunidad Europea como si no- que en pleno siglo XXI pretenden situarse como sujetos políticos y solicitan un referéndum que defina su voluntad decisoria constituyen una de las peores lacras para la humanidad.

Pero esta aseveración y otras como ésta -casi apocalípticas- del coro religioso-monárquico al que con frecuencia acompañan solistas de prestigio internacional como Emmanuel Macron o el propio Vargas Llosa, siguen siendo para una mayoría nacionalista de vascos y catalanes prejuicios que a mi parecer no tenemos obligación alguna de compartir.