Como en la fábula de Esopo, el escorpión clava su aguijón a la rana que le cruzaba el río argumentando que “lo llevo en mi naturaleza”, los gringos provocan conflictos internacionales porque “va en su naturaleza”. Ahora provocan una guerra más, y en este caso contra China: impiden a Google suministrar a Huawei componentes para nuevas tecnologías informáticas para que no le arrebate su liderazgo en ese campo. Pocos días después, el Gobierno chino replica orgulloso que no da importancia a esa prohibición, pues explica que aventaja a los Estados Unidos entre 3 y cinco años. Inmediatamente, Trump anuncia la suspensión de 90 días de la decisión, pero su instinto inhumano le estimula a construir una valla de 6.000 kilómetros en la frontera con Méjico tratando de poner puertas al campo contra los emigrantes. Los imperios, cuando se hallan en fase de descontrol como es el caso de los EEUU, son peligrosos porque usan amenazas cuya intensidad creen que pueden controlar, pero los conflictos bélicos surgen por causas inesperadas que pueden no tener vuelta atrás. Parece que no asesoran bien a Trump, pues diversas iniciativas contra las importaciones de productos de China resultan perjudiciales para sus propios intereses, pues en su ingenuidad creen que elevando los aranceles solucionarán los graves problemas internos de su economía, cuando el nivel de su dependencia les hace más vulnerables. Tampoco le han informado de que el 90% de la producción de las 17 denominadas tierras raras, fundamentales para la fabricación de móviles, turbinas eólicas o baterías para autos eléctricos, o que el 80% de la deuda pública yankee está en manos de China. Es evidente que escorpión-Trump tiene el aguijón atrofiado, ya no da miedo, hace reír.