El periodista y escritor Pérez Reverte ha dicho que los políticos españoles se han convertido en los nuevos aristócratas del siglo XXI y tiene toda la razón. Son una clase privilegiada y oligarca, que atiende solo sus intereses y los de los que los financian, pero nunca los de los votantes. Y por su número, han pasado de colectivo a clase social. Tenemos el mayor número de políticos de la UE entre electos y cargos públicos, unos 450.000 cobrando una nómina, más del doble del país que nos sigue en este ranking y cuyos logros han sido producir cinco millones de parados, una precariedad laboral sin precedentes y una deuda pública de las mayores del mundo por habitante, entre otras lindezas. Merecen un Nobel de Química por haber convertido el país en una puta mierda. Tenemos más políticos que médicos, policías y bomberos juntos. Pero si el número es un problema lo es aún mayor la calidad de su impresentable gestión. El espectáculo de manipulación que están dando, de incompetencia, deshonestidad, sin respeto por un sentido democrático ni por el voto de los ciudadanos es bochornoso. Solo les interesa su acceso al poder. Se han convertido en una lacra muy difícil de erradicar. Los cambios que hay que hacer, votemos a quien votemos, ninguno los va a acometer porque irían contra sus intereses, que son lo único que cuenta. Respecto a la aristocracia, los franceses acabaron con ella.