Todos hemos visto las rotondas de Pamplona inundadas de cruces con la inscripción KYB. Suponíamos que simbolizaban la muerte anunciada de KYB-KSS pero estábamos engañados. Esas cruces tenían nombre y apellidos y eran las y los 6 ó 7 trabajadores de la empresa mayores de 58 años para los que se pedía algún acuerdo de prejubilación. Este era uno de los objetivos que se perseguía conseguir en la huelga indefinida apoyada por todo el personal bajo el lema que se repetía todos los días que era “hasta el final”.

Con la mediación del Gobierno de Navarra se reunieron la dirección de KYB-KSS y el comité de empresa, a la postre representantes del personal el día 6 de agosto, donde firmaron un vergonzoso preacuerdo en el que en el punto 6 escuetamente dice lo siguiente: “Las partes renuncian a establecer un programa de prejubilaciones”. Nadie da nada a cambio de nada, así que todo indica que estas 6 o 7 personas han sido la moneda de cambio usada para conseguir el acuerdo. Dos días más tarde en asamblea de los trabajadores se aprueba el preacuerdo por abrumadora mayoría ratificando la crucifixión de estas personas.

Solo me queda recordar que Judas, el traidor, acabó suicidándose y que aún quedan por saberse los nombres de los ladrones que serán crucificados a cada lado.