Una vez finalizada la Cumbre del G7 en Biarritz quería apuntar siete reflexiones sobre la misma.

1. La facilidad para alarmar a la población. Nos han estado durante semanas repitiendo machaconamente que nadie cruce la frontera, que nadie atraviese la muga, que ningún camión circule por aquella ruta... Resultado: vacaciones que se alteran, carreteras desiertas, polígonos vacíos, comercios cerrados y pérdidas económicas que nadie va a asumir.

2. Despliegue policial sin precedentes. Traer a veinte mil efectivos policiales y militares de distintos cuerpos, procedencias y uniformes, solo responde a querer hacer una demostración de fuerza fuera de toda lógica racional. ¿Quién va a costear ahora todo esta ingente movilización de recursos públicos? Lo sabemos, nuestro agujereado bolsillo.

3. Recorte de derechos básicos. Prohibición del derecho de reunión y manifestación. Interrogatorios, casi un centenar de detenciones, expulsiones y encarcelamientos. Se ha puesto de manifiesto que el Estado francés echa mano de una lista de quinientos nombres a quienes en un momento dado no permite la entrada en suelo galo. Un auténtico estado de sitio en el país de la liberté, la egalité y la fraternité.

4. Un pozo sin fondo. Organizar el G7 supone destinar importantísimos recursos económicos para garantizar la seguridad y el más alto confort de siete mandatarios del mundo que han tenido el capricho o la singular ocurrencia de reunirse en verano en la costa de Iparralde.

5. Privatizan la democracia. El resto del mundo tenemos que asentir, decir amén y tragar con los planes de estas siete grandes potencias. Ellos han decidido reunirse en Biarritz. A nadie más han preguntado, consultado ni contrastado. No les hace falta. Qué más dará lo que opinen los vecinos de Biarritz y el resto de localidades afectadas. Qué más dará lo que opinen los habitantes del hexágono. Qué más dará lo que opine la ciudadanía del resto de Europa y del mundo...

6. Imponen su agenda. A día de hoy seguimos sin saber muy bien de qué hablan, qué deciden, qué acuerdos toman o qué decisiones revocan? Un oscurantismo en toda regla revestido falsamente de gran reunión benefactora para simular hacer frente a las desigualdades mundiales o la actual emergencia climática, mientras en el fondo siguen pisando el acelerador en sus políticas antisociales.

7. Apuntalan un modelo económico y social en permanente crisis. Lo saben ellos y lo sabemos el resto. Vivimos una época de agotamiento de recursos, restricción de derechos, privatización de lo público y permanente crisis financiera, económica y medioambiental. Por ello, hoy más que nunca, otro mundo es posible, necesario y cada vez más urgente. Sí hay alternativas y vamos tarde.

El autor es trabajador de Osasunbidea