Hacía tiempo que lo echaba de menos. Apareció donde menos lo esperaba. Qué alegría. Un viejo libro, al que tengo especial aprecio. ¿Qué tiene de especial? Me sirvió para aprender a valorar a las personas y tratarlas como merecen. Envejecido por los años, no ha perdido atractivo, al contrario. Lo acaricio con mimo. Las leyes del poder.

Abro una página al azar. La lectura me retrotrae al pasado, cuando lo leí por primera vez: “...quien ejerza cargo que conlleve poder debe saber con quién está hablando y tener sumo cuidado del uso que se hace (del poder, ¡claro!). Al hablar, ojo con lo que se dice, cómo se dice y la cara que pones”.

Es tan esencial, tan básico, que es aplicable en cualquier ámbito. He contactado con profesionales, asesores de imagen, que confirman su importancia, sobre todo, por quien sea portada en medios de comunicación.

No hay como repasar la historia para saber que más de un dirigente olvidó tan sabios consejos, por lo que se encontró con consecuencias no esperadas. El contrincante más insignificante, a quien nadie teme, puede ser el más peligroso (la frase no es mía, la dijo Julio César).

Tanto en mi labor profesional a lo largo de muchos años, como en la etapa de concejal, del 2007 al 2011, nunca olvidé lo aprendido.

Un antiguo dicho rezaba: “Es de bien nacido, ser agradecido”. Mi eterna gratitud a DIARIO DE NOTICIAS por su acogida.