Mugetajarra es una aldea navarra, hoy despoblada, situada a los pies de la peña Izaga y que pertenece al valle de Unziti. Por su ubicación geográfica debería ser valle de Ibargoiti, pienso, y extraña que sea valle de Unziti, que queda justo al otro lado de la peña.

Hoy en día todas sus casas están en ruinas, apenas quedan cimientos y montones de piedras que están siendo tragados por la vegetación y la maleza. Sólo una casa permanece en pie, casa Turrillas, aunque el tejado ya empieza a caerse y hundirse. En ella se cobijan unos magníficos caballos que se asoman y salen y entran por sus puertas libremente.

Según tengo oído, antaño hubo una peste y murieron todos los habitantes excepto una mujer mayor, que al parecer fue acogida por alguien de un pueblo del valle de Unziti.

En Mugetajarra hay una preciosa y antigua ermita, justo al lado del pueblo en lo alto de un pequeño cerro que domina todo el horizonte en todas direcciones. Desde ahí se ven muy bien los Pirineos al fondo, ahora blancos. Una vista preciosa. La ermita lleva ahí un montón de siglos y es una joya del Románico rural navarro. Todavía se mantiene en pie bastante bien, lo que demuestra su magnífica construcción. Pero el tejado se ha hundido en gran parte y todo está en total abandono sin que nuestras instituciones navarras ni nadie haga nada por arreglarla y conservarla.

Lo cual resulta bastante extraño teniendo en cuenta su gran valor, belleza y antigüedad, y más cuando se han arreglado la cercana iglesia de Gergitiain y la ermita de Besolla, localidades muy cercanas y también deshabitadas hoy día.

Hace ahora 40 años o más que escribí una carta a los responsables del Gobierno de Navarra para que hicieran algo por arreglar esta ermita. Todavía tenía el tejado completo sin caer. Hasta hoy. Nadie ha movido un dedo.

Aquí en Mugetajarra también ocurrió un triste suceso durante la guerra del 36. Un joven cuya identidad sigue desconocida fue asesinado y enterrado en la parte baja del pueblo y permanece ahí desde entonces sin ser exhumado su cadáver. Lleva ahí más de 80 años sin que sus familiares ni nadie lo reclame, tal vez ni sepan lo que ocurrió.

Fue acogido como criado para ayudar en las faenas agrícolas por una familia del lugar y apenas llevaba quince o veinte días en Mugetajarra.

Las fiestas eran por San Pedro mártir, 29 de abril, pues la ermita estaba dedicada a este santo. A la escuela, los días que se podía, bajaban a Induráin.

Hoy día todo es paz y silencio en esta aldea deshabitada. Sólo se ven unos caballos y vacas que andan por el lugar. Produce tristeza y melancolía ver todo aquello en el más absoluto abandono, y al pensar en cómo han vivido aquí antes más y durante generaciones varias familias. Aquí no hay estrés, aquí todo es naturaleza y tranquilidad con la peña Izaga protegiendo la aldea del cierzo.