Salvo algunos tacos y comentarios obscenos, que luego citaré, y que se podían evitar, lo cierto es que se va mejorando en este espectáculo que es el reparto de los premios, Goya, que otorga la Academia de nuestro cine.

Numerosas estatuillas del famoso pintor hicieron felices a todos aquellos que las recibieron, el pasado día 25, si bien algunos, y a tenor de la expresión de sus caras al ser citados, hizo suponer que ya sabían que iban a ser premiados. La música y los efectos especiales que adornaron este evento recordaban a los que se dan en Hollywood, con motivo del reparto de los Oscar, si bien estos cuidan muy mucho las formas, que lamentablemente nosotros todavía no sabemos controlar.

A pesar de lo dicho en un principio, y por pudor, me abstengo de citar los improperios que se escucharon, que serían rematados con la despedida de los presentadores, que nos dejaron con el culo al aire. Total, un final bochornoso e impresentable, que sería apaciguado por una gran coreografía de baile, del mayor estilo americano.